8 oct 2018

Kuro No Maou Cap 397

Autor: Hishi Kage Dairi

Traductor: Lord

Editor: Lord



397 El Hombre Llamado Gregorius (1)

En la actualidad, todo el ejército Cruzado que había desembarcado en Pandora estaba dividido en tres partes.

El Primer Batallón: liderado por el Comandante en Jefe de los Cruzados, Sariel, el 7º Apóstol, este ejército fue el primero en ser desplegado en Pandora, y contaba con 15.000 hombres. Los soldados que se habían perdido en la Batalla de la Colina de Goldran habían sido reabastecidos por las tropas de reserva proporcionadas por el Cardenal Ars.

El Segundo Batallón: Desplegado bajo el pretexto de refuerzos, este gran ejército había desembarcado en Pandora poco después de Sariel y su Primer Batallón. La mayoría de las tropas dentro de este Segundo Batallón pertenecía al Cardenal Mercedes, quien era bien conocido por estar en una lucha de poder contra el Cardenal Ars.

El Segundo Batallón había quedado a cargo de ocupar todo el territorio de Dédalos, aparte de su capital, ya que ese gran logro había recaído claramente en el Primer Batallón y en su Comandante en Jefe. Habían cumplido esta tarea sin problemas, aparte de su ligero contratiempo en Alsace, un pueblo rural en la esquina oeste.


Y finalmente, el Tercer Batallón: este ejército estaba formado por las tropas combinadas de muchos de los nobles de Sinclair que llegaron tarde para desplegarse, habiendo dejado que el Cardenal Mercedes diera un paso adelante.

Así que para hacer las cosas justas esta vez, el Segundo Batallón tuvo que dejar que el Tercero manejara la invasión del vecino de Dédalos: Spada.

Aunque sus planes se habían retrasado debido a que tuvieron que lidiar con los muchos incidentes aislados causados por las fuerzas rebeldes de Dédalos.

Pero el otro día circularon informes de que gracias al contraataque de las Fuerzas Especiales del Primer Batallón contra los rebeldes que habían atacado el Instituto de Investigación 4 dentro de las Ruinas Medea, los rebeldes habían sufrido un golpe devastador y las continuas escaramuzas contra ellos habían sido purgadas.

(NT: Nuevamente cambiaron ‘Ruinas Media’ por ‘Ruinas Medea’, pero como éste es del traductor actual, lo dejaré como Medea)

Por consiguiente, el Tercer Batallón finalmente encontró el tiempo para comenzar su expedición a Spada. Sin embargo, el invierno se acercaría pronto y muchos dudaban de la conveniencia de desplegar un ejército tan grande durante este tiempo.

Muchos rumores infundados y sin bases circulaban en la capital de Dédalos, tales como, tal vez, que esta era una estratagema de la iglesia donde podían convenientemente disminuir las fuerzas del Tercer Batallón que estaban compuestas por hombres provistos por la nobleza, o tal vez era que los Condes que lideraban este ejército estaban muy encantados por la belleza de Sariel y querían impresionar al Apóstol.

"Idiotas... todos ellos son unos idiotas..."

Cansado exhaló un hombre, un hombre solitario de mediana edad.

Dédalos. Dentro de una Iglesia de la Cruz de construcción reciente, hecha para el beneficio de los inmigrantes que llegan de Sinclair. Sin embargo, fue construida apresuradamente y en un lugar desolado en la esquina de la ciudad, lejos de la gran y robusta iglesia erigida en el centro de la capital, era una pequeña y destartalada casa de culto. Esta capilla estaba tan mal hecha que los vientos de principios de invierno ya habían enfriado el aire en su interior en una medida considerable.

Y era la misma iglesia que este miserable hombre de mediana edad, el Sumo Sacerdote Norz, había sido abandonado para mantener.

"¡¡¡Argh, mierda!!! Si no hubiera conocido al Diablo en Alsace, yo…"

Rugió, sabiendo que no había nadie más presente en el pequeño edificio con él. Pateó uno de los amplios bancos donde los piadosos se sentaban durante la adoración. A pesar del símbolo de su Dios Blanco, la Cruz, exhibida abiertamente en el altar, a este Sumo Sacerdote no le importaba un bledo enfadar a Dios mientras actuaba por sus frustraciones.

Durante unos instantes, el sonido del banco siendo derribado resonó seco dentro de la habitación. Luego vino más silencio, más miserable silencio.

"... Maldita sea."

El Sumo Sacerdote Norz era un hombre que, hace sólo 6 meses, había dirigido un regimiento de ocupación del Segundo Batallón. El regimiento de Norz se había jactado de tener miles de hombres. El mando a una parte tan grande del ejército le había sido otorgado debido a sus muchos logros y experiencia en el campo de batalla, en otras palabras, a su mérito.

Su ocupación del territorio de Dédalos había progresado tan suavemente como cualquier otro de los regimientos desplegados. Su ayudante, la mujer llamada Sylvia, tenía una lengua rápida y aún más había escondido el hecho increíble de que ella fue enviada por el 8º Apóstol para supervisarlo, pero no había interferido con ninguna de sus obras. De hecho, ella fue muy útil.

Todo le había ido tan bien. Hasta que apareció ese demonio, ese diablo de pelo negro.

"No me merecía esto..."

Había fracasado. Malamente. Había permitido que innumerables de sus hombres murieran ante sólo 100 aventureros, y sólo después de recibir ayuda del 8º Apóstol, Ai, y del 11º Apóstol, Misa, pudieron finalmente... conquistar esa pequeña e insignificante aldea.

No podía evitar tener que asumir la responsabilidad como comandante, y no pudo evitar la inevitable degradación.

Pero se podría decir que Norz fue un hombre afortunado. Los Cruzados lo habían tenido fácil en toda su invasión, pero si no fuera sido así, era probable que no solo hubiera sido retirado de su posición, sino también ejecutado.

Se había escapado con una simple degradación. No sólo eso, sino que mantuvo su título de Sumo Sacerdote e incluso tenía una iglesia que dirigir. Era casi como si se hubiera librado de cargar con el pecado de perder a miles de sus subordinados.

Dicho esto, no podía simplemente sentarse sin hacer nada sabiendo que se le había mostrado misericordia. No, Norz tenía un sueño. O mejor dicho, un deseo. Un deseo de una carrera exitosa, un deseo de fama y fortuna. Aunque no nació en la nobleza, con suficiente éxito como clérigo, pudo satisfacer todos sus deseos.

Puede sonar inapropiado para un hombre de costumbres tener un deseo tan fuerte, pero muchos hombres que eran llamados Sacerdote tenían pensamientos internos similares. En ese sentido, Norz era un hombre corriente.

Y los hombres comunes no tenían segundas oportunidades. Los hombres comunes no tenían los medios para revertir un fracaso tan devastador.

Norz lo sabía extrañamente. Sabía que tendría que pasar los años que le quedaban de su vida en esa pequeña iglesia lejos de su patria. El ejército Cruzado puede conquistar con el tiempo la totalidad de Pandora, pero su nombre será borrado para siempre de los que condujeron al logro. No se le permitiría ser reconocido.

El edificio vacío parecía representar una prisión donde sólo podía pudrirse.

Pero ese día, alguien abrió la puerta de su celda desolada.

"¡Hooolaaa, ha pasado mucho tiempo, Sumo Sacerdote Norz! ¿Cómo haaas estado?"

La ruidosa puerta crujió fuerte cuando un solo hombre entró en la tenue capilla.

"¿G-Gregorius-sama!?"

El hombre tenía un tono particularmente sospechoso de hablar mientras miraba a Norz con ojos astutos y estrechos como los de un zorro. Sus manierismos podrían haber dado la impresión de que era un estafador pegajoso, pero sus vestimentas señalaban claramente su rango como Obispo de la Cruz.

Era sin duda el hombre que servía como oficial al mando del Segundo Batallón. Gregorius, el Oráculo.

"Miis disculpas por visitaaarte así de repente, pero me imaginé que te aburriríííías ya que prácticamente naaadie viene aquí, ¿no?"

"Es como usted dice... ¿y qué podría necesitar de mí hoy, lord Obispo?"

Con su cabeza aún baja, pensó Norz, seguramente este hombre no había venido a castigarlo ahora, era demasiado tarde para eso. Fue capaz de mantener la calma.

Entonces ganó la esperanza. Incluso si era por un capricho, este hombre tenía el poder de liberarlo de su vida de pudrirse ociosamente. Lo que también significaba que con una palabra de él y podría estar en una posición aún peor. Si no jugaba sus cartas aquí mismo, podía ver como lo enviaran a una aldea remota y lo obligaran a jugar a ser sacerdote de la aldea para los nuevos inmigrantes.

La expectación y el miedo se arremolinaron en su pecho en igual cantidad. Un pecho que se había vuelto más delgado junto con el resto de su cuerpo, probablemente debido a su falta de entrenamiento en los últimos meses.

"Sííí, ha habido rumores de que el Tercer Batallón comenzará prooonto su travesía a Spada, ¿seguuuro lo sabes?"

"Esos rumores también han llegado a mis oídos, ¿pero no son simplemente rumores...?"

En su puesto actual, tenía muy pocos medios para reunir información adecuada. Sin ayudantes ni subordinados, Norz había caído más allá de su antigua posición como comandante de miles de hombres.

"Ya veeeo, es bueeeno que lo sepas. Para ser sincero, me uniré a la expedición, y esperaba que te unieeeeras a mí..."

"¿Me quieres a mí?"

"Me alegra oír tu buena voluntad, Sumo Sacerdote."

Una vil sonrisa apareció en las mejillas de Gregorius. Pero para Norz, incluso esa parecía ser la sonrisa santa de un santo.

Yo soy, y siempre he sido un hombre hecho a sí mismo. Y si se me da la oportunidad de estar en el campo de batalla, es entonces cuando realmente puedo... Su esperanza y ambición se dispararon.

Esa era precisamente la reacción que el astuto Obispo esperaba.

Era un hombre dudoso. Él mismo desfilaba con su título de 'Oráculo', y su apariencia en sí misma era cuestionable en el mejor de los casos. Era un hombre que no ocultaba su naturaleza sospechosa, sino que alardeaba de ella. Era el hombre llamado Gregorius.

"¡Le ruego, Lord Obispo, por indigno que sea, por favor permita que yo, Norz, sirva bajo su mando!"

"Estaré coomplaciiido. Ha sido un poco difícil recluuutar personal, con el rigor que esta vez exige la misión".

Norz no había sido elegido por mérito, sino porque otros se habían negado a aceptar el trabajo.

Pero en lo que respecta a Norz, era la última oportunidad que tenía de hacer realidad sus ambiciones. Una oportunidad que incluso había descartado por inexistente.

"Entonces, Sumo Sacerdote Norz, ¿ruego poder contar contigo?"

"¡Sí, mi Lord Obispo! ¡Juro por Dios que te traeré los resultados que deseas!"


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Delirios de Lord:
¿Cuáles serán los planes de ese tipo?
De lo que podemos estar seguros es de que no será nada bueno.