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El comienzo de una Pesadilla
“¡Ja,
ja! ¡Ríndete, viejo elfo!”
Con
una vigorosa estocada, Eliwood apenas logró apuñalar a un Caballero Blindado y
matarlo. Después de que la figura acorazada se desplomara, apareció un joven
pelirrojo que sostenía una lanza en alto.
Sabiendo
que un poderoso golpe iba a venir hacia él, Eliwood obligó de alguna manera a
su cansado brazo por el cual ha perdido mucha sangre a alistar su escudo.
“¡[Tiger
Drill / Perforación del Tigre]!”
Un
aura de poder mágico rojo iluminó la gran punta de la lanza, que ahora era el
doble de grande de lo habitual. Era lo suficientemente larga como para alcanzar
el punto en el que Eliwood se encontraba tras su escudo astillado.
Al
momento siguiente, la lanza se convirtió en un destello rojo imposible de
seguir a simple vista, y golpeó mandando una terrible descarga.
“¿¡Guuh!?”
¿El
escudo salió volando como resultado de un error, o iba a suceder a pesar de
todo? Sea como fuere, el otrora bello escudo que se había deformado al protegerlo
de innumerables golpes de alabarda, [Taurus Dorado], había abandonado
finalmente la mano de su dueño.
“Hay
más… ¡[Wolf Sweep / Barrido del Lobo]!”
“¡[Mow
Brush / Corta Maleza]!”
Sin
demora, Eliwood apenas respondió con una técnica de lanza con movimiento de
barrido para igualar el ataque del hombre.
Aunque
son técnicas de lanza completamente diferentes, ambas lanzas ardían con un aura
mágica roja. Sin embargo, había una clara diferencia de poder entre el hombre
de pelo rojo, que acababa de empezar a luchar triunfalmente, y Eliwood, que
estaba agotado por la larga batalla.
“Kuh…”
Consiguió
evitar que su lanza saliera despedida en el último momento. Si perdía su arma
justo después de su escudo, podía considerarse como muerto.
Sin
embargo, ya casi no podía sentir el agarre de su arma en la mano derecha, a la
que se había acostumbrado tanto.
Parecía
que su brazo derecho había quedado completamente entumecido por la fuerza del
impacto recibido del ataque frontal del pelirrojo. Además, las laceraciones de
sus hombros y brazos comenzaron a sangrar de nuevo.
La
ya preciada poca vitalidad que le quedaba en el cuerpo había vuelto a caer un
poco.
“Hasta
aquí he llegado…”
Su
objetivo estaba apenas a unas decenas de metros. Sin embargo, esa corta distancia
ahora parecía ser infinitamente lejana. El muro de Caballeros Blindados parecía
no tener fin, y el hombre pelirrojo que estaba frente a él era muy hábil. Era
un oponente difícil de vencer en su estado actual.
Un
vistazo fugaz a su entorno reveló que parecía que el Samurái y el Gólem también
estaban luchando ante fuertes oponentes. No podía esperar ninguna ayuda de
ellos esta vez. Y aún era menos probable que los refuerzos externos pudieran
llegar justo en medio de la línea enemiga.
Era
un punto muerto en todas las direcciones. Parecía que al final sus fuerzas eran
abrumadoramente insuficientes para un asalto exitoso. Eliwood sabía que se
estaban jugando la vida con esta estrategia, pero ahora que se enfrentaban a la
aniquilación total, no podía evitar sentir un tinte de vacío.
“Supongo
que aquí es donde morimos, ¿no?”
Sin
embargo, Eliwood no tenía intención de desperdiciar el trabajo de los
caballeros y aventureros que habían llegado tan lejos, jugándose la vida. Eso
no tenía nada que ver con su deber como Subcomandante, sino como hombre.
Lleno
de determinación, Eliwood sabía que éste era el último ataque y miró fijamente
a su destino.
“Oye,
te estás quedando sin aliento, vejestorio. He oído que los elfos viven mucho,
pero parece que la edad finalmente te ha alcanzado, ¿eh?”
Si
hubieran sido circunstancias normales, habría arrancado de un golpe la sonrisa
chulesca de la cara de este joven beligerante, pero ahora Eliwood no podía ni
mover las cejas.
Lo
que había en su mente no era rabia por un mocoso que se había dejado llevar,
sino más bien, una mera simulación para que el siguiente ataque fuera un éxito.
Entonces,
en el siguiente momento, se pondría en marcha tal y como había previsto.
Comenzaría la última batalla de su vida.
“¡Haaah!”
Con
un grito, dio un golpe… uno falso.
En
otras palabras, una finta. Un golpe certero y rápido, pero sin peso, fue
lanzado a la punta de la nariz del pelirrojo.
Tal
vez él supo inmediatamente que era una finta. Lo evadió con un ligero
movimiento de su cuerpo, y no pareció sorprenderse por ello.
Pero
eso estaba bien. Si conseguía obligarle a retroceder aunque fuera un poco,
incluso en lo más mínimo, el primer paso estaría completo.
La
segunda etapa vino justo después de la primera. Rápidamente giró su lanza tras
la finta, con la punta apuntando al suelo.
“¡Wooh!”
Barrió
el suelo y utilizó el impulso de la lanza para lanzar nieve y tierra a los ojos
del pelirrojo. Era una táctica utilizada por los gamberros de los barrios
bajos. Los Caballeros de Avalon lo considerarían un truco barato, indigno de un
caballero, pero los Caballeros de Spada lo utilizan como una de sus mejores
técnicas.
Sin
embargo, en su día, el joven Eliwood nunca soñó que utilizaría este ‘golpe bajo’
en batallas reales cuando se unió a [Corazón Valiente].
“Tsk,
¿realmente crees que caería en eso? ¿Eh?”
El
pelirrojo, que no parecía un caballero real por su forma de hablar y su equipo
de bandido, reaccionó a esta táctica cegadora también sin dificultad.
Rápidamente se giró hacia un lado, evitando que le golpeara la tierra fría y la
arena en la cara.
Sin
embargo, esto también formaba parte del plan. El segundo paso había sido un
éxito.
Gracias
a su acción evasiva tanto contra la finta como contra la técnica de cegamiento,
el pelirrojo se había alejado del alcance de la lanza. Gracias a la segunda
etapa, ninguna hoja alcanzaría el cuerpo de Eliwood.
No
era más que un paso a un lado, pero le dio a Eliwood el tiempo absolutamente
necesario para que su golpe final tuviera éxito.
Esta
era la etapa final.
“¡Uooooooooohhhh!”
El
rugido que resonó desde el fondo de su abdomen fue un soplo de espíritu que
comprimió y amasó su poder mágico restante en un solo ataque. Llenó su cuerpo
con un poder explosivo sin necesidad de ningún canto o hechizo.
Eliwood
levantó su [Pilum Bermellón] con ambas manos con esta fuerza. En lugar de su
postura habitual, estaba levantando la lanza con ambas manos, alzándola más
arriba de la cabeza.
Se
estaba preparando para atacar arrojando su lanza.
“¡¿Qué?!”
El
pelirrojo abrió los ojos de asombro. Tal vez vio de inmediato hacia dónde
apuntaba Eliwood.
La
punta de la lanza roja, que se alzaba vigorosamente, apuntaba a la linda chica
que estaba siendo protegida por estos generales.
La
distancia entre Eliwood y ella era de unos 30 metros. Estaba dentro del rango
efectivo.
Sin
embargo, el problema era el grupo de escoltas que se encontraba en esa corta
distancia. Por no hablar del pelirrojo que tenía delante, pero incluso más allá
de él, había un muro de caballeros pesados, y finalmente había otro joven
caballero que nunca se había apartado del lado de la chica.
Sin
embargo, afortunadamente para Eliwood, su objetivo era el único a caballo en
aquel campamento enemigo. Normalmente, esa chica estaría rodeada de grandes
hombres y enterrada hasta la punta de la cabeza, pero gracias a ese unicornio
blanco y puro que montaba, una parte de su cabeza asomaba entre la multitud.
Su
objetivo tenía que estar a la vista. Desde el otro lado, tal vez ni siquiera
esperaban que se hubiera acercado tanto a ellos.
Subestimarlo
así podría resultar su ruina.
Eliwood
dio un lanzamiento mortal, apuntando al hueco entre los soldados que protegían
a la chica, que era el agujero por el que tenía que pasar la aguja.
“[Disparo
de Elignis] ¡Ooohhh!”
(NT:
No encontré nada sobre ‘Elignis’, tal vez sea un error y sea ‘Ignis shot’, lo
que sería ‘Disparo de Fuego’ lo que tendría sentido]
Su
lanza, envuelta en un torrente de llamas carmesí, surcó el aire.
El
disparo de la lanza de Eliwood, en la que volcó toda la energía que había
estado reuniendo en un solo ataque, fue más parecido a una flecha de un arco
completamente cargado… no, voló incluso más rápido que eso. Más que atravesar
al enemigo, era más apropiado decir que esa fuerza destructiva los aplastabas.
De
hecho, aunque uno o dos soldados se lanzaran frente al objetivo de Eliwood,
dejando que sus propios escudos, armaduras y cuerpos fueran atravesados en su
lugar, el objetivo era que su lanza llegara a ese lugar. Incluso en el peor de
los casos, el ataque de Eliwood había sido imbuido con un poderoso atributo de
fuego que causaría una gran explosión al contacto.
Dado
que su [Pilum Bermellón] tenía una alta resistencia tanto al choque como al
calor, podía seguir utilizándose como arma incluso después de utilizar su normal
[Disparo de Elignis].
Sin
embargo, Eliwood, que vio que ya no podía blandirla con sus propias manos, optó
por utilizar su gloriosa lanza roja, que le había sido otorgada por la gracia
del rey, como compañera del otro mundo. En otras palabras, se había cargado con
más poder explosivo del que normalmente podía soportar.
El
ataque, que ahora se había convertido en un golpe de fuego aún más peligroso
que cualquier hechizo avanzado lanzado por un hábil mago de llamas, se acercó
finalmente a su objetivo, tal y como Eliwood había planeado.
El
caballero rubio, que había estado esperando junto a la chica, había sacado su
hermoso estoque plateado y se lanzó a interceptarlo, pero era demasiado tarde.
Si la lanza tocaba a aquel tipo, o bien no podría resistir el poder de la lanza
y sería ensartado en el acto, o bien la posterior explosión los envolvería a él
y a la chica juntos en llamas.
A
treinta metros delante de él, se produjo la explosión, y Eliwood se llenó de
una sensación de logro debido a una operación exitosa, y se sintió aliviado al
saber que ahora podía morir en el campo de batalla sin ningún remordimiento.
“…
¡Eso estuvo cerca! ¡¡Pensé que moriría!!”
Esa
voz gritona pertenecía a la chica.
Tanto
el sonido rugiente como la onda expansiva de la explosión habían pasado. Su
ataque tuvo que haber golpeado sin que nadie le detuviera.
Pero
aun así, allí estaba ella, más allá de la brisa que soplaba a través del humo
negro. Una hermosa chica de pelo y ojos negros. Al igual que antes, se veía
completamente sin quemaduras, ilesa e indemne, vistiendo su túnica blanca y
pura.
“N-no
puede ser…”
La
idea de que algo así simplemente no podía haber ocurrido fue inmediatamente
desmentida por la tenue luz blanca que parpadeó en su campo de visión. Si
revela la causa, era bastante simple, en realidad. No había sido más que una
protección habitual.
No
había sido más que estar dentro del área de efecto de [Santuario]. Al
desplegarlo de nuevo, el [Disparo de Elignis] de Eliwood había quedado
completamente bloqueado.
No
importaba lo fuerte que fuera la técnica, ni siquiera el viento que pudiera
levantarse al lanzar un ataque pasaría mientras esa fuerte barrera se
interpusiera.
Eliwood
reconoció al instante el razonamiento al ver a la chica chillando y haciendo
ruido sobre algo con el joven caballero que estaba a su lado sin el menor
atisbo de tensión.
Incluso
después de saber eso, la conclusión de que era ‘imposible’ volvía a su mente,
dándose cuenta de que aunque ella había estado poniendo una barrera tan grande
delante, se las arregló para crear instantáneamente una nueva capa delante de
ella en respuesta al inminente ataque de Eliwood.
Era
como si hubiera sido él quien los subestimara. Con una barrera enorme que
divide la totalidad de las murallas del castillo, y una activación mágica a tan
gran escala, ella tendría que usar toda su concentración y poder mágico para
mantenerla en su lugar, por lo que no podría haber sido capaz de lanzar otro
hechizo. Eliwood había hecho esa suposición, ya que era la regla general para
el usuario medio de magia.
Sin
embargo, en la realidad, esto sucedió en cambio. Evitó fácilmente el peligro
que se acercaba a ella. Quizás esta gran barrera no era nada especial para
ella, y no tenía que poner tanto esfuerzo o poder mágico en ella.
Sin
embargo, era aún más ahora que comprendía el insondable poder mágico de la
chica.
“Oye,
bastardo…” ‒ Eliwood se había quedado aturdido por la inutilidad de su último
ataque, pero tanto su instinto de caballero como su cuerpo reaccionaron ante la
aguda intención asesina que se desprendía justo delante de él. ‒ “… ¡Cómo te
atreves a intentar poner tus sucias manos sobre mi Rin!”
Lleno
de rabia, el pelirrojo estaba girando ferozmente su lanza. Tal vez su ira pura
se manifestaba como un alto nivel de poder mágico, ya que el aura roja envolvía
no sólo la punta de su lanza, sino también su mango, e incluso alcanzaba sus
antebrazos.
Todo
lo que Eliwood tenía para defenderse tras perder su lanza y su escudo era su
espada estándar de doble filo [Gladius]. Su afilada, robusta y práctica hoja
fue liberada con un movimiento fluido, evitando el destello rojo que se
acercaba.
“¡Guhh!”
No
era de extrañar que lograra reaccionar ante el ataque del pelirrojo, a pesar de
que había sido lanzado con toda la fuerza de su cuerpo. Un caballero normal
habría sido atravesado por él allí mismo.
Sin
embargo, Eliwood ya no tenía fuerzas para defenderse.
“¡No
te perdonaré! ¡No perdonaré a nadie que intente hacer daño a Rin!”
Aparentemente
su rabia se debía a que Eliwood había apuntado a esa chica. ¿Era por su gran
respeto y afecto hacia ella, o esos sentimientos eran simplemente el amor de un
joven?
Ya
sea que su razón emocional estuviera justificada o no, el hecho de que Eliwood
permaneciera impotente ante su tortura, alimentada por su ardiente ira, no
cambiaba. El pelirrojo había cambiado su expresión distante por una de pura
rabia, ladrando como un perro rabioso mientras atacaba con su lanza a Eliwood
una y otra vez.
La
armadura roja que protegía a Eliwood se hizo rápidamente añicos ante la
tormenta de ataques. Cada vez que la hoja de la lanza, que brillaba con un aura
ardiente, rozaba el cuerpo de Eliwood, se desprendía un trozo de su armadura.
Su gruesa coraza se resquebrajó tras recibir una estocada que iba dirigida a su
corazón, e incluso su famoso guantelete dorado [Gloria de la Mano Derecha]
acabó cediendo también.
Tanto
su cuerpo como su armadura estaban al borde del colapso. Aun así, el hecho de
que hubiera conseguido evitar una herida mortal utilizando el Gladius de su
mano derecha era una manifestación del orgullo de este Caballero de Spada, que
nunca se rendiría hasta el final.
Eliwood
había esperado al menos poder llevarse a este furioso pelirrojo con él a la
otra vida, pero ese también parecía ser un deseo que no podría cumplir.
La
idea de estar a punto de morir en vano cruzó la mente de Eliwood.
Las
palabras ‘lo siento’ se precipitaron sobre su corazón, llenándolo por completo.
Quería disculparse por no haber logrado nada realmente relevante, y por
quedarse sin fuerzas en un lugar como aquel.
Quería
disculparse con sus padres, que le habían criado para ser un orgulloso hijo de
Spada. Al instructor que le había golpeado con la lanza y la espada por igual
muchas veces. A los superiores que le habían enseñado a sobrevivir en el campo
de batalla. A los amigos y subordinados que habían creído en él y le habían
seguido hasta ahora. A Su Majestad el Rey Leonhart, a quien había jurado volver
victorioso.
Y
a su esposa, que amaba a un hombre tan aburrido que sólo sabía luchar, y a su
amada hija, a la que había traído a este mundo.
“…
Lo siento, Erina.”
“¡Yo!
¡Protegeré! ¡A! ¡Rin!”
Una
postura muy alterada y deformada. Eliwood se dio cuenta de que su próxima
estocada sería poderosa, y que alcanzaría su desprotegida garganta.
Moriría
instantáneamente después de recibir tal ataque. Enfrentando sus últimos
momentos, Eliwood cerró los ojos, y lo único que estaba en su mente era la
sonrisa de su hija, la niña más linda del mundo entero.
“…
Si ella es tan importante para ti, entonces no la traigas a un lugar tan
peligroso como este.”
Aunque
se suponía que el campo de batalla estaba dominado por el entusiasta ajetreo,
sólo esa fría voz fue extrañamente clara.
¿Quién?
En
el momento en que se hizo esa pregunta, escuchó el sonido del cuerpo de una
persona siendo aplastado.
¿Estoy… muerto?... No.
Quien
lo negaba era el pensamiento de su hija, que seguía sonriendo, diciendo ‘Quiero
a papá’. ¿Esto es el cielo? No, todavía
estoy en medio del campo de batalla.
Entonces,
mientras estaba tumbado de espaldas, pensando que parecía un idiota, miró
fijamente el amplio cielo azul.
“¿Qué…
qué ha pasado…?”
Un
segundo después, y a pesar de sentir que su cuerpo volvería a derrumbarse en
cualquier momento, levantó enérgicamente la mitad superior de su cuerpo.
Al
mismo tiempo, el pelirrojo, que había permanecido inamovible frente a él con su
lanza en la mano, se desplomó. Haciendo un ruido sordo al caer, se tumbó en el
suelo mirando hacia arriba tal y como él mismo había hecho hace un momento.
“Ah…
Q… Qué… Rin… Voy a…”
Dejando
atrás esa frase inconclusa, el pelirrojo se desvaneció. Sus ojos, que habían
estado quemando con una furia ardiente hasta hace poco, ahora habían perdido
toda su luz y sólo miraban vacuamente al cielo.
El
suelo, que se había convertido en un desastre por la mortífera batalla que
acababa de tener lugar sobre la nieve y el barro, estaba ahora teñido de rojo
por la gran cantidad de sangre fresca que derramó.
Había
un gran agujero en el pecho del pelirrojo. Un agujero tan grande que se podía
ver claramente a través de él. La causa de la muerte era evidente.
“Este…
¿Quién…?”
No
preguntó a nadie, pero la respuesta llegó justo después de su murmullo.
“¿Está
usted bien, subcomandante Eliwood?”
Antes
de que se diera cuenta, un hombre de negro estaba a su lado. No era el hombre
samurái. Era más alto y más grande que él y, sobre todo, tenía una presencia
ominosa.
Aunque
le produjo un escalofrío por su espina dorsal, el rostro que contemplaba le
resultaba familiar.
“Aventurero
Kurono… ¿Por qué… por qué estás aquí…?”
“Encontré
un usuario de magia de confianza, así que le confié la retaguardia a esa
persona. Pero además, esas heridas son terribles. Aquí tienes una Gran Poción.”
Con
una mirada aterradora y una sonrisa, su forma de hablar era lo suficientemente
tranquila como para olvidar que aún estaban en medio del campo de batalla.
Este hombre no es
normal.
Esta
fue la honesta impresión que tuvo Eliwood en ese momento. Era extraño hasta el
punto de que ni siquiera sus actos de valor podían encubrirlo.
Sin
embargo, también comprendió el hecho de que había escapado de la muerte por
poco gracias a Kurono. Por lo tanto, Eliwood aceptó con gratitud su poción.
Aunque
los espeluznantes tentáculos negros que brotaban de la sombra de Kurono
abrieran con destreza el frasco de poción o si, por el contrario, se lo
rompieran en la cabeza, no se quejaría de ello.
“Ouch,
eché demasiado…”
Eliwood
podría o no haber oído el avergonzado murmullo de Kurono.
“Estoy
realmente en deuda contigo… Ahora puedo luchar un poco más.”
La
gran poción de color ámbar, que a primera vista se parecía un poco al whisky,
estaba seguramente en el mercado como una medicina de recuperación de alta gama
en Spada. Sus efectos eran tan poderosos que incluso un aventurero novato podía
ver la diferencia tanto en la cantidad como en la velocidad de recuperación con
respecto a la poción media que normalmente llevaría consigo. El ‘Gran’ de su
nombre no era sólo para aparentar.
El
cuerpo moribundo de Eliwood recibió al instante la fuerza necesaria para
ponerse en pie y volver a coger su espada.
“No,
no es necesario.”
Pronunciando
una contundente negación, Kurono ya no miraba a Eliwood.
Su
cara estaba de frente, y su mirada negra y roja probablemente estaba
atravesando a la chica que estaba a decenas de metros.
Su
atención estaba completamente dirigida al objetivo original, el que crea esas
barreras, pero el arma en la mano de Kurono apuntaba en otra dirección.
Era
un arma mágica hecha de hierro y madera que sostenía con la mano izquierda.
Eliwood sabía que existía esa varita mágica llamada ‘pistola’ porque solía
pasar su tiempo en la tienda de armas como pasatiempo. Probablemente fue así
como disparó al hombre de pelo rojo.
Y
la doble boca horizontal de la pistola, que emitía un apagado y frío resplandor
de hierro, volvió a apuntar a ese hombre pelirrojo, aunque ya se había
convertido en un cuerpo sin vida.
El
zumbido de dos disparos se superpuso al mismo tiempo. El cadáver del pelirrojo
rebotó ligeramente debido al impacto de su destello negro. Las balas parecían
impactar en el abdomen, pero no importaba en qué lugar impactaran, nada
cambiaba. El cadáver seguía siendo un cadáver.
Kurono
lo sabía, pero Eliwood seguía sin entender por qué se tomaba la molestia de
volver a disparar al cadáver.
No
tenía miedo de que el cadáver volviera a la vida y les atacara. ¿Acaso había
tanto odio a los Cruzados en su corazón, o era porque realmente era un guerrero
loco como sugería su apodo?
“Siguiente…”
Con
un movimiento fluido, Kurono blandió una gran espada en su mano derecha. A
primera vista, parecía un arma maldita, y además ridículamente fuerte. Con un
arma así, Kurono lanzó un tajo al cadáver.
La
espada maldita, que emitía una aterradora aura de color rojo oscuro, arrasó con
el cuello del cadáver del pelirrojo. Si hubiera estado vivo, aunque hubiera
utilizado las mejores técnicas de guardia posibles, su cabeza habría rodado
igualmente.
Por
supuesto, cortar el cuello de un cadáver no era más que una tarea sencilla para
una hoja que ostentaba el aterrador filo característico de un arma maldita.
Entonces,
Kurono pateó la cabeza cortada hacia el enemigo del otro lado. Un grito casi
ridículo resonó en un grupo de soldados de infantería que saltaron de repente
cuando la cabeza del pelirrojo cayó a sus pies.
“Por
favor, déjeme esto a mí.”
Kurono
dijo eso con un aire que autoponía dignidad, casi como si no fuera consciente
del hecho de que acababa de profanar un cadáver como un desquiciado.
Todo
lo que Eliwood pudo hacer en respuesta fue suspirar profundamente sin decir una
palabra. Era una reacción comprensible. Kurono parecía haberse convertido en un
berserk poseído por algún tipo de pesadilla.