Traductor: Lord
Editor: Lord
06
Conspiración
A
la mañana siguiente en Siltvelt… En realidad, la ciudad del castillo de
Siltvelt era, al parecer, la ciudad del castillo que nunca duerme, por lo que
las calles eran agitadas durante toda la noche. Era más o menos lo mismo por la
mañana. ¿Cómo puede esta gente dormir? Pero por otro lado, con tanta diversidad
de semi-humanos y teriántropos, supongo que eso no se puede evitar. Hacía que
Melromarc pareciera tranquilo en comparación, y eso se sentía extraño.
Bostecé.
“Me
pregunto cuándo es el desayuno” ‒ murmuré.
Me
desperté temprano ya que estaba acostumbrado a levantarme al amanecer para encargarme
de los monstruos. Jugaba con ellos un poco por la mañana antes de preparar el desayuno.
Aparte
de Raphtalia y nuestro grupo, no había señales de nadie más en esta sección del
castillo. Tal vez era porque asumieron que aún estaría en la cama. No me habría
sorprendido si al salir de la habitación se activara una alarma o algo así. Pero
no había podido hablar mucho con Raphtalia y los demás ayer, así que decidí ir
a verlos cuando tuve la oportunidad. Fui a revisar la habitación de al lado
donde se estaban quedando.
Ya
había hecho que Sadina y Atlas revisaran las habitaciones por si había algún
agente oculto tipo sombra. Había habido unos cuantos, pero los ahuyentamos.
Incluso Raphtalia y Raph-chan ya podían ver a través de sus técnicas de
ocultación. Después de lo que había pasado en los baños, decidimos no dejar que
nadie se quedara, sin importar quiénes fueran.
“¡Rafuuuu!”
Raph-chan
estaba constantemente vigilando, así que estaba seguro de que ya no había nadie
así por aquí. Si lo estuvieran, los sacaría de su escondite y usaría eso como
excusa para enfadarme de verdad esta vez. Tal vez lo sabían, porque todo estaba
muy tranquilo. Anoche también echamos a los guardias, así que no quedaba nadie.
¡Perfecto!
Me escabullí silenciosamente de mi habitación y luego me acerqué y abrí la
puerta de la siguiente habitación. Cuando lo hice, vi a Fohl y a Atlas sentados
allí hablando con un tipo de aspecto hakuko que nunca había visto antes. Debe
haber sido el turno de Raphtalia y de los demás para descansar.
“¡Sr.
Naofumi!” ‒ exclamó Atlas, como si se hubiera conmovido profundamente. ‒ “¡Buenos
días! ¡Hoy es un buen día!”
“¿Ah,
sí?” ‒ Le contesté.
Miré
a Fohl. Parecía un poco molesto por la actitud de Atlas, pero supongo que hoy
no me iba a insultar.
“¿Quién
es ese?” ‒ Les pregunté.
“Es
alguien que solía trabajar para mi hermano” ‒ dijo Atlas.
“Eso
es incorrecto, Atlas. Trabajaba para nuestros padres” ‒ contestó Fohl,
corrigiendo a Atlas.
El
sirviente de sus padres o lo que fuera me miró y se postró en una rodilla.
“Nunca
podré agradecerle lo suficiente por haber tenido la gentileza de tomar a Fohl y
a Atlas e incluso por haber llegado tan lejos como para cuidar a Atlas y
devolverle la salud” ‒ dijo.
“Umm,
claro. No te preocupes por eso” ‒ le contesté.
Creo
que era el primer hakuko que vi aquí en Siltvelt.
“Realmente
eres increíble, Héroe del Escudo. Poder presenciar un milagro así… simplemente
me asombra” ‒ continuó.
“Basta
de formalidades. Y de las efusivas palabras de gratitud. Algo más y me
enfadaré” ‒ dije.
Me
miró un momento y luego se inclinó profundamente y se puso de pie.
“¿De
qué hablaban ustedes tres?” ‒ pregunté.
“¿No
recuerdas lo que hablamos antes de venir aquí? Dijiste que querías intentar pedir
ayuda si conocía a alguien” ‒ contestó Fohl.
“Oh
sí. ¿Así que esta es esa persona?”
“Bueno,
sí”.
¿Se
suponía que este tipo iba a ayudarnos? Supongo que, con las cosas como estaban
ahora, todo lo que podía hacer era preguntarle qué podía hacer por nosotros.
“¿Y
qué puedes hacer por nosotros? No estoy interesado en tratar de forzarte a
ayudar si no hay nada que puedas hacer” ‒ dije.
“Hay
varias opciones que podemos discutir, pero antes quería decirles que el shusaku
y sus seguidores aquí en Siltvelt no tienen intención de dejarlos salir del
país” ‒ respondió.
“No
sé en qué medida puedo confiar de lo que dices, pero a juzgar por la reacción
de Werner de ayer, eso no sería una sorpresa” ‒ dije.
Había
vislumbrado sus verdaderas intenciones a través de su intento de mantenerme
atado aquí tirándome mujeres.
“No
estoy seguro de por qué querría mantener a alguien tan peligroso como yo,
considerando que podría poner en riesgo su posición. Debe estar loco” ‒
continué.
“Supongo
que eso depende del héroe” ‒ contestó el hombre.
“¿Depende
de qué?” ‒ Le pregunté.
“Bueno,
ya sabes…”
Supongo
que puedo imaginarme algo sobre hacer que me case con alguien.
“Hay
muchas posibilidades, pero estoy seguro de que se pueden imaginar cuáles
podrían ser” ‒ continuó el hombre.
“¿Él
planea darnos un barco para ir a Q'ten Lo?” ‒ Le pregunté.
“Aún
no hemos podido verificar esos detalles” ‒ respondió.
Me
preguntaba si eso significaba que no debería esperar mucho. Estaba empezando a
pensar que este viaje había sido una pérdida de tiempo.
“Qué
decepcionante” ‒ dijo Atlas.
¿No
se suponía que esa era mi línea?
“Los
hakuko están actualmente en proceso de hacer todo lo posible para que se cumpla
su petición, tanto por su bien como por el de Fohl” ‒ dijo el hombre.
“Dicho
esto, cualquier apariencia de influencia de los hakuko en Siltvelt es
básicamente para aparentar ahora, así que no esperes mucho” ‒ enfatizó Fohl.
Yo
no era un monstruo. No actuaría sin tener en cuenta la posición de la otra
parte. Pero maldición, quería salir de este país e invadir Q'ten Lo. Como
Siltvelt era una democracia, me preguntaba si eso significaba que los hakuko
estaban ocupados tratando de convencer a las otras razas para que nos ayudaran.
No tenía idea de cuántas facciones políticas había.
“Hay
algo más también, Fohl. Hay un personaje dudoso aquí en Siltvelt con el que
usted y el Héroe del Escudo deben tener mucho cuidado” ‒ dijo el hombre.
“¿Eh?
¿Qué quieres decir?” ‒ preguntó Fohl.
“Supongo
que no hace daño escucharlo, sólo como referencia” ‒ le dije.
“¿No
es eso un poco grosero?” ‒ Contestó Fohl.
Me
miró con una mirada de disgusto en sus ojos y Atlas le dio un golpe fuerte.
“Ugh…”
“Es
un teriántropo que estaba con el abuelo de Fohl en el momento de su muerte. Su
nombre es Jaralis y…”
Oímos
pasos que se acercaban. El hakuko interrumpió la conversación, se inclinó, y
abandonó la habitación. Algunos momentos después, apareció un teriántropo que
parecía un león hembra. Parecía que me estaba buscando.
“Ahí
estás, Héroe del Escudo” ‒ dijo ella.
“No
importa dónde esté mientras esté en el castillo, ¿verdad?” ‒ Le contesté.
“Nunca
se sabe dónde puede estar acechando un asesino. Por favor, espere en su habitación
hasta que sea el momento”.
“Sí,
claro. Como sea” ‒ le dije.
Hmph.
Así que había algún tipo de conspiración en Siltvelt y ahora sabía a quién
vigilar. Jaralis era ese teriántropo león, ¿verdad? No sabía hasta dónde había
llegado su participación ni cuál era la conspiración, pero necesitaba conseguir
que aceptaran preparar un barco lo antes posible.
No
me importaban las conspiraciones de Siltvelt. Podrían conspirar todo lo que
quisieran. No tenía ningún interés en ese tipo de cosas, siempre y cuando no me
causara ningún problema. Estoy seguro de que ellos también sentían lo mismo.
Debido a que yo había estado en algún lugar lejano, su adoración al Héroe del
Escudo a lo largo de las generaciones y todo eso era fácil de aprovechar.
Siltvelt no había intentado involucrarse conmigo antes. Y esa era mi respuesta.
“Muy
bien, Atlas y Fohl. Saluden a Raphtalia y a los demás de mi parte” ‒ dije.
“Está
bien” ‒ contestó Fohl.
“No,
no está bien. ¿Cuándo volveremos a ver al Sr. Naofumi?” ‒ Preguntó Atlas a la
leona.
Me
levanté para volver a mi habitación. Atlas dejó claro que estaba molesta cuando
interrogó a la leona.
“Más
tarde desayunarán con el Héroe del Escudo, así que, por favor, tengan paciencia”
‒ contestó la leona.
“Ahí
tienes. Nos vemos entonces” ‒ le dije.
“Entendido”
‒ contestó Atlas.
Volví
a mi inmensa habitación y tuve un concurso de miradas con Raph-chan para pasar
el tiempo hasta el desayuno.
Hmm…
Si algo tenía que pasar, tal vez debería seguir adelante y traer a Firo conmigo
a la habitación como otra mascota para asegurar la movilidad. No estaba seguro,
pero tal vez podría transformarse en un polluelo firorial y luego podría ser
otra arma secreta como Raph-chan. Podría usarla para escapar si las cosas se
ponían feas.
Sí,
iba a intentarlo. Raphtalia y los otros podrían escapar usando otros medios.
Tenía la sensación de que esta idea era un golpe de ingenio.
Llegó
el momento de ir a desayunar. Me llevaron a una terraza con una vista muy
bonita. Había una mesa rodeada por una tonelada de gente, y me sentaron en la
cabecera de la mesa. Supongo que aquí es donde íbamos a desayunar. Raphtalia y
los otros aparecieron y se sentaron también.
“¿Cómo
va todo?” ‒ pregunté.
“No
hay problemas hasta ahora. Siento miradas asesinas de vez en cuando” ‒ dijo
Raphtalia.
“Apuesto
a que sí” ‒ contesté.
Miré
los platos que habían sido puestos ante nosotros. Hmm. Raphtalia y yo
entrecerramos los ojos y miramos la comida.
“¿Hm?”
‒ Murmuró Firo.
Parecía
que ella también se había dado cuenta enseguida. Supongo que esos eran sus
instintos firoriales.
“…”
Atlas
también parecía tener sentido para ese tipo de cosas. Pero Fohl aún no tenía ni
idea. En ese caso, debe haber sido algo que ni siquiera un semi-humano o
teriántropo promedio podría captar.
“Oh,
Dios mío” ‒ susurró Sadina.
Ella
también se había dado cuenta. Las reacciones de Raphtalia y Firo probablemente
la alertaron. Realmente tenía un grupo de compañeros muy observadores. Miré a
cada uno de ellos y les hice señas con mis ojos. Todos asintieron con la
cabeza. Iba a quedarme callado y ver cómo salían las cosas.
“Ahora,
pues, disfrutemos todos de nuestra comida” ‒ anunció Werner después de ponerse
de pie.
Todo
dependía de si él sabía o no lo que estaba pasando. Y entonces, casi como si lo
hubieran arreglado de antemano, todos los presentes estrecharon sus manos al
unísono y comenzaron a orar.
“Que
todo sea como nuestro Señor el Escudo lo desee. Estamos agradecidos por este
alimento que nutre nuestros cuerpos mortales. Que nos dé la fuerza para cumplir
los deseos de nuestro señor, el protector de este mundo”.
“¡Que
nos dé la fuerza!”
¡Mierda,
casi me caigo de la silla! ¡¿Qué clase de oración era esa?! Quiero decir, me
habían llamado el santo del Dios pájaro antes, ¡pero esto era mucho más
incómodo que eso! ¡Nunca imaginé que ser adorado tan abiertamente sería tan
espeluznante!
Pero
como sea. Ignoraría eso por el momento. Sin decir una palabra, me puse un poco
de estofado en la boca y fingí tragarlo antes de escupirlo en una servilleta.
Entonces miré a mi alrededor. Hmm. Me levanté y señalé el estofado que me
habían servido.
“¡Ejem!
Así que todos ustedes me rezaron, como su ‘Señor el Escudo’. Bueno, como el Héroe
del Escudo, les ordeno que coman un bocado de este estofado que nos sirvieron a
mí y a mis compañeros. Ahora mismo” ‒ le dije.
“Umm,
como quiera”.
Werner
y varios otros miembros líderes de Siltvelt hicieron lo que ordené y comieron
un bocado del guiso.
“Adelante,
Atlas” ‒ dije.
“¡Entendido!”
En
un abrir y cerrar de ojos, saltó detrás de los miembros que no se habían comido
el estofado y les dio un rápido golpe en la espalda a cada uno.
“¡Gah!
¿Cu-cuál es la idea?” ‒ gritó uno de ellos.
“Ella
sólo sigue mis órdenes. Ahora, entonces…” ‒ Dije.
Saqué
varios antídotos poderosos de mi escudo y se los arrojé a los que se habían
comido el estofado.
“No
sé cuán rápido actúa el veneno, así que probablemente deberían beber el
antídoto. Ahora, entonces…” ‒ Continué.
Me
incliné hacia atrás y puse los pies sobre la mesa, como un imbécil maleducado,
y miré a los miembros líderes.
“¿Quién
quiere explicarlo?” ‒ pregunté.
Así
es. La comida que nos habían servido había sido envenenada. Mi escudo y la
katana de Raphtalia tenían la capacidad de detectar venenos. La habilidad se
llamaba ‘detector de venenos’, pero eso no tenía nada que ver. Si ponemos
cualquier tipo de planta venenosa en nuestras armas y la analizamos, aparecerá
una advertencia.
No
tenía intención de perdonar a los sinvergüenzas que tan descaradamente habían
intentado asesinarnos a mí y a mis compañeros. Ser un enemigo político no era
una excusa. Cualquiera que quisiera atentar contra la vida de otro debía rendir
cuentas.
“Aparentemente
no estabas involucrado” ‒ dije mientras miraba a Werner.
Parecía
como si realmente no lo hubiera sabido. Estaba en estado de shock. El encargado
de la degustación de veneno debe haber estado involucrado, porque me miraba con
una expresión de disgusto en la cara.
“¿En
qué estaban pensando?” ‒ Werner golpeó sus manos contra la mesa y gritó a los
miembros que habíamos expuesto.
“Ugh…”
“¡Estoy
absolutamente horrorizado! Ejecútenlos de una vez” ‒ continuó.
“Eso
sería dejarlos ir fácilmente” ‒ le dije.
Miré
al león teriántropo que no se había comido el estofado. Pensó que nadie se
había dado cuenta, pero lo vi sonreír un poco cuando fingí que le daba un
mordisco.
Y
luego, sin demora, me puse en acción. Dejamos el desayuno sin comer y nos movimos
al salón del trono. Me senté en el trono e hice que los perpetradores se
arrodillaran ante mí.
“Me
encargaré de que todos los que estuvieron involucrados sean eliminados. Por favor,
deme un poco de tiempo” ‒ dijo Werner.
“Lo
siento, pero he terminado de esperar. ¡Ya he tenido suficiente de tus rodeos!”
‒ Grité.
Miré
a Werner y simplemente inclinó la cabeza. Supongo que eso significaba que no
iba a intentar discutir.
“Escuchen.
Queremos llegar a Q'ten Lo tan pronto como sea posible y necesitamos que ustedes
hagan los arreglos para que eso suceda. No tengo ningún interés en hacer nada
que pueda causar problemas a ninguno de ustedes. Si quieren participar en una
lucha de poder, está bien, pero déjenme fuera de esto” ‒ dije.
De
ninguna manera me iba a quedar con un montón de bastardos que habían intentado
asesinar a todo mi equipo. El león teriántropo había estado mirando al suelo,
pero levantó la vista y dio un paso adelante.
“Hacer
tal demanda es fácil, pero si hay repercusión de la gente, no sé si seremos
capaces de mantenerlos bajo control” ‒ dijo.
“¿No
lo saben? Tonterías” ‒ le contesté.
“En
absoluto. He oído que asesinos están siendo enviados a su territorio. Si hay
una reacción violenta, no puedo negar la posibilidad de que algunos de los
ciudadanos de Siltvelt se unan a esos asesinos en su misión” ‒ continuó.
“Oh,
¿en serio? ¿Y por qué?”
“¿No
es obvio? Un Héroe del Escudo que se contenta con permanecer en Melromarc no
tiene ningún valor para ellos. Para ellos, tal Héroe del Escudo no es más que un
impostor, presumiendo ser un Dios. No sería ninguna sorpresa si viéramos el
surgimiento de una facción de ciudadanos empujados a la violencia por su propio
sentido de la justicia” ‒ explicó.
Tenía
que admitir que lo que decía tenía sentido. En otras palabras, quería decir que
era mi culpa que hubiera disturbios en Siltvelt.
“Es
natural que queramos que usted haga todo lo posible para ayudar a resolver este
problema. Que lo haga directamente o que se lo deje a sus subordinados tiene
poca importancia” ‒ continuó.
“¿Y
qué quieres que haga exactamente?” ‒ Le pregunté.
“Estoy
seguro de que ya sabe la respuesta a eso. Es lo mismo que Werner desea como
representante de los shusaku. Lo mismo que todos los miembros de la dirección
de Siltvelt desean. De hecho, es lo mismo que todos en Siltvelt desean” ‒
respondió.
Me
quedé allí en silencio, mirando al león teriántropo y preguntándome qué quería
decir.
“En
primer lugar, no hace falta decir que usted se comprometería a actuar como el Héroe
del Escudo únicamente en nombre de Siltvelt” ‒ dijo.
“¿Únicamente?”
‒ pregunté.
Después
del incidente con la Tortuga Espiritual, las olas habían dejado de ocurrir en
este mundo por el momento. Pero eso era temporal, y cuando volvieran a empezar,
nos tocaría a mí, Ren, Itsuki y Motoyasu viajar por todo el mundo para encargarnos
de ellas.
Eso
también iba para los héroes de las siete estrellas, por supuesto. No sabía
dónde estaban ni cuándo los vería, pero si no cooperábamos para poner fin a las
olas, lo más probable es que acabáramos enfrentándonos al mismo tipo de
problema al que se enfrentaba el mundo de Kizuna. Realmente quería hablar con
los héroes de las siete estrellas sobre
todo eso ahora, antes de que las olas volvieran a empezar.
“Así
es. No actuarías en nombre de nuestro enemigo Melromarc, sino como el héroe de
Siltvelt, y sólo el héroe de Siltvelt” ‒ respondió.
“Los
héroes tienen que luchar contra olas por todo el mundo. ¿Estás diciendo que
tienes un problema con eso? Si hay algo que quieres que haga aquí en Siltvelt,
entonces podría estar de acuerdo, dependiendo de lo que sea” ‒ dije.
El
león teriántropo se mofó y dio una respuesta instigadora.
“¿Eres
tan ingenuo? ¿Realmente cree que Siltvelt va a enviar a su héroe a otros
países? No sea absurdo. Salir del país sin permiso sería inexcusable” ‒ dijo.
“Así
que básicamente, quieres ponerme bajo arresto domiciliario aquí en el
castillo”.
¡Qué
chiste! Estaba tan enojado que podía sentir el humo saliendo de mis oídos.
Había experimentado todo tipo de ridiculez en este mundo, pero había pasado
mucho tiempo desde que una petición me había enojado tanto.
“Además,
tomarás una esposa de cada tribu y tendrá un heredero con cada una. Una vez que
lo haya hecho, habrás cumplido con el mínimo absoluto de sus obligaciones como
Héroe del Escudo. ¿Tiene idea de cuánto descontento se ha acumulado entre las
tribus?”
¿Decía
que debía formar un harem y embarazar a todas mis esposas?
“Si
ni siquiera puede hacer eso, la insatisfacción de las tribus con el actual
Héroe del Escudo se mantendrá. ¿Dice que los asesinos Q'ten Lo están siendo
enviados a su territorio? Eso es culpa suya. Ese país está indudablemente tras
de ti, el Héroe del Escudo. Decir que vendrían tras un patético mapache como
ella es absolutamente ridículo” ‒ continuó.
Y
para colmo, miró a Raphtalia como si fuera un pedazo de basura mientras la
insultó. No estaba seguro de poder resistir por más tiempo la tentación de matarlo.
Estaba
decidido. Activaría mi Escudo Estrella Fugaz y desfilaría por la ciudad del castillo,
declarando que los líderes del país estaban podridos hasta la médula y
necesitaban ser derrocados de inmediato. Empezaría una revolución. Si no lo
hacía, nunca llegaría a Q'ten Lo.
“¡Jaralis!
¡Cállate la boca! ¡Héroe del Escudo, se lo ruego, por favor, ignórelo!” ‒
exclamó Werner.
Debe
haber sentido mi enojo, porque se arrodilló en el suelo y se postró, pidiendo
perdón. Pero yo no era el tipo de persona que dejaba pasar algo tan fácilmente.
“No
me malinterpreten. Lo que les he dicho es la opinión colectiva de la gente de
Siltvelt. Eso es un hecho. Sin embargo, no soy como ellos. Deje el arreglo de su
barco comercial a Q'ten Lo a mí, Héroe del Escudo” ‒ dijo Jaralis mientras se
acercaba a mí.
Apretó
los puños con fuerza mientras desafiaba abiertamente a Werner.
“¡Jaralis!
¡Bastardo!” ‒ gritó Werner.
“Así
es, Héroe del Escudo. Prepararé una nave para usted. Tiene mi palabra” ‒ continuó
Jaralis.
“Hmm…”
¿Este
tipo pensaba que yo era un idiota o algo así? Todos los miembros que trataron
de envenenarnos lo miraban y era obvio que querían decir: ‘¡Eso no es lo que
acordamos!’
Probablemente
planeaba huir si se lo señalaba. Pero seguramente él, de entre todas las
personas, sabía cuánta influencia tenía yo como el Héroe del Escudo. Incluso
podría hacer que Raphtalia y los demás lo mataran en ese mismo instante simplemente
diciéndoles que lo haga.
“Eeeyy
Aaamooooo, ¿por qué esa persona está diciendo algo que realmente no
piiieeensaaaa?” ‒ Preguntó Firo.
Señaló
a Jaralis.
“¿Insinúas
que estoy mintiendo? ¡Ja! Me pregunto qué te da esa idea” ‒ dijo.
“¿Huuuh?
Pero cuando dijiste que prepararías un barco, tenías la misma mirada en tus ojos
que una persona que está miiintiiiendooo. Igual que la hermana mayor de
Mel-chan o el tipo de la armadura que trabajaba para el tiipooo del aaarcoo” ‒
respondió Firo.
Como
Bruja o Armadura, ¿eh? Sí, este tipo era definitivamente tan poco confiable
como esos dos.
“Es
desafortunado que pienses eso. A pesar de todo, estoy siendo bastante sincero”
‒ dijo.
“¿Huuuh?
Pero cuando el Amo estaba a punto de comer ese estofado, tú estabas apretando
las manos bajo la mesa en anticipación. Te viiiii” ‒ respondió Firo.
“Yo
también vi eso. Deberías haberlo hecho un poco mejor para ocultarlo” ‒ le dije.
“¡T-te
equivocas! ¡Eso es pura coincidencia! ¡¿Apretar los puños convierte a uno en un
criminal?! ¿Te gusta incriminar a la gente, Héroe del Escudo?” ‒ preguntó.
Hmph.
Así que él sabía de mi trauma pasado y lo usaba para tratar de manipularme.
Pero lo vi sonreír un poco cuando fingí que me comía el estofado. Él estaba
innegablemente corrompido. Era obvio que estaba tratando de usarme para sus
propios propósitos políticos. Ahora sólo tenía que decidir cómo exponerlo.
“Incriminar,
¿eh? No tengo ningún problema que presumas inocencia cuando tengo dudas, pero
te vi sonriendo. ¿O también tienes una excusa para eso?” ‒ Le pregunté.
“Sus
ojos estaban claramente jugando contigo” ‒ contestó.
Esa
fue una respuesta atrevida. Así que supongo que iba a insistir en que lo que yo
había presenciado era sólo cosas mías.
“Eso
no es veeeerdaaaad. Estabas actuando inquieto antes de que el Aaamooo diera un
mordisco” ‒ dijo Firo.
Ella
era realmente buena en ver a través de las mentiras de los demás.
“¿Por
qué estás haciendo eeestooo? ¿Por qué no dices a la veeeerdaaaad?” ‒ preguntó
ella.
Con
un poco de orientación, ella podría ser útil durante los interrogatorios. En
realidad, supongo que la había usado contra Melty antes también. Pero sus
tácticas no funcionaban conmigo.
“Muy
bien, entonces, tal vez ponga a Firo a cargo de interrogar al catador de
venenos. Si él no sabe nada, entonces interrogaremos a la siguiente persona.
Serás el último. Por otra parte, aunque las cosas no lleven de vuelta a ti,
también has hecho muchas otras cosas turbias. Me niego a confiar en ti” ‒ le
dije a Jaralis.
“¡Oh,
santo cielos!” ‒ contestó.
Hizo
una exagerada demostración de estar mortificado cuando lo señalé.
“¡Reprehensible!
¡No puedo soportar más de esto!” ‒ Atlas declaró en voz alta mientras daba un
paso adelante.
“¿Eh?”
Delirios de Lord:
Esto se pone bueno.
Y siendo Atlas quien irrumpe. Ya podemos imaginar lo que dirá.