Traductor: Lord
Editor: Lord
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Piedra Sakura del Destino
Dejamos
la residencia de los samuráis y nos dirigimos hacia el faro como un gran grupo,
cargando por la entrada cuando llegamos.
“¡¿Quién
va allí?! Este es un lugar sagrado bajo control gubernamental por la autoridad
del Emperador Celestial” ‒ anunció un guardia.
Tan
pronto como entramos, un grupo de soldados enemigos corrió hacia nosotros con
las armas en mano. ¿Realmente pensaban que decirle algo así a un grupo de
insurgentes haría alguna diferencia?
“Emperador
Celestial, ¿dices? ¡Tonterías! ¡Esta es la verdadera Emperatriz Celestial! ¡Su
emperador no es más que un fraude de la segunda rama de la familia! ¡¿No
entienden la diferencia?!” ‒ Gritó Raluva.
Señaló
a Raphtalia mientras hablaba. El aura de poder que rodeaba a Raphtalia en su
traje de miko -y su atractivo- debió tener un efecto poderoso, porque los semi-humanos
y teriántropos enemigos empezaron a susurrar entre ellos.
“¡No
vacilen! ¡Den por seguro que la hija de un falso emperador, que abandonó nuestro
país, no puede ser llamada el verdadero Emperador Celestial! ¡Mátenlos de una
vez!” ‒ gritó un poderoso teriántropo sapo.
En
nuestro camino al faro, había visto varios de tipo conejo y una gran variedad
de razas diferentes de semi-humanos y teriántropos. Y se me ocurrió que este
lugar era como una escena sacada directamente del Pergamino de los Animales Retozando del Templo Kozan-ji en Kyoto.
“¡Sr.
Naofumi, por favor, concéntrese en la batalla!” ‒ Soltó Raphtalia.
Me
regañó justo cuando las cosas estaban a punto de estallar.
“¡Ataquen!
¡Quítenles la cabeza a los rebeldes! ¡Y no olviden que tenemos un portador de
un instrumento espiritual aquí! ¡Usen las armas adecuadas!”
¡Ahí
estaba esa frase otra vez! ¡La gente que se opone a nosotros en este país
definitivamente tenía armas anti-héroes!
“¡Permiso
concedido para atacar a todos los hostiles! ¡Eso incluye al falso Dios de una
tierra extranjera!”
“Escudo
Estrella Fugaz” ‒ Grité.
Uno
de los enemigos corrió hacia delante y nos lanzó su lanza. Mi barrera del
Escudo Estrella Fugaz se activó y bloqueó el ataque, pero justo como
sospechaba, la efectividad de mis habilidades se veía reducida contra estos
enemigos: la barrera se rompió instantáneamente.
Espero
que no esperaran que me conformara con que mi barrera se rompiera todo el
tiempo. Pensé que esto podría pasar, así que pasé algún tiempo haciendo algunos
accesorios nuevos mientras estaba en Siltvelt. Afortunadamente, Rat tenía una buena
idea de cómo alterar sus efectos, ya que ella era alquimista.
Tan
pronto como el Escudo Estrellas Fugaz se hizo añicos, empezaron a salir
destellos de luz de los fragmentos.
“¡Gah!”
“¡¿Q-qué
es eso?!”
“¡Ahora!”
‒ Grité.
Me
concentré y lancé Zweite Aura en Raphtalia.
“¡Puedes
con esto, pequeña Raphtalia! ¡Recuerda lo que hicimos en el entrenamiento!” ‒
exclamó Sadina.
“¡Lo
haré!”
Raphtalia
se agachó y se preparó para lanzar un ataque de desenvaine rápido. En un
instante, ella cortó al enemigo que estaba delante de mí y luego corrió hacia
los otros soldados sin siquiera una pausa.
“¡Todos
escuchen! ¡No vacilen! ¡No importa cuántos enemigos haya! Sólo uno de ellos es
nuestro verdadero objetivo” ‒ gritó el sapo.
“Vamos,
¿de verdad crees que dejaré que me ignoren?” ‒ Me burlé.
“¡No
puedo dejar que se olviden de mí tampoco!” ‒ exclamó Sadina.
Ella
empezó a lanzar un hechizo mientras ayudaba a proteger a Raphtalia.
Sabía
que una de las primeras cosas que hicieron cuando atacaron la aldea fue tratar
de evaluarnos a mí y a Sadina. Seguramente no pensaron que no lo tomaría en
consideración. Puede que tuvieran maneras de lidiar con los héroes, pero Sadina
era simplemente fuerte. Se verían obligados a luchar contra ella como un
enemigo normal. A juzgar por los asesinos a los que nos hemos enfrentado hasta
ahora, en el mejor de los casos, sólo tenían un puñado de luchadores
comparables. Y me di cuenta de inmediato que ninguno de ellos estaba aquí.
“¡Hyaaaaaa!”
El
hijo de Raluva desenvainó su katana y cortó a un enemigo que se acercaba,
decidido a no quedarse atrás. Se desempeñaba mejor de lo que esperaba. Quizás
los semi-humanos y teriántropos nacidos en Q'ten Lo eran naturalmente fuertes
luchadores.
“No
sabía que se podía hacer eso” ‒ susurró Raphtalia.
Estaba
observando y analizando la técnica de katana de Raluva. Su postura era ligeramente
diferente a la que Sadina le había enseñado. Probablemente era un estilo
diferente.
“El
estilo que te enseñé es de donde crecí. Se llama Forma del Dios del Mar” ‒ dijo
Sadina.
Ella
miró cuidadosamente a Raluva durante un momento mientras él movía su katana.
“Ese
estilo se llama el Florecimiento de Q'ten. Vale la pena prestarle atención” ‒
continuó.
Raluva
canalizó poder mágico en su espada y se acercó rápidamente a su oponente.
Rápidamente pasó por debajo del brazo del oponente mientras lanzaba su ataque,
terminando detrás de él.
“Gah…”
Raluva
sacudió la sangre de su espada, y las gotitas se transformaron en pétalos de
flores de cerezo y flotaron en el viento. Eso fue impresionante. Pero me
pareció recordar que Raphtalia tenía una habilidad similar.
“Eso
me recuerda tu habilidad Polvo de Nieve, Raphtalia” ‒ dije.
“Se
ve similar. Serás bastante formidable si aprendes ese estilo junto con el que
te enseñé, pequeña Raphtalia” ‒ contestó Sadina.
Supongo
que ella también había visto la habilidad Polvo de Nieve de Raphtalia. Ahora
que lo pienso, me parece recordar que durante su entrenamiento usaban
habilidades.
“Añade
el estilo Hengen Muso a eso y serás imbatible” ‒ dije.
“Según
Eclair y la maestra, las técnicas de Hengen Muso están pensadas para ser
aplicadas a otros ataques, así que es mejor aprender otro estilo” ‒ respondió
Raphtalia.
Sí,
recordaba que la vieja mencionó eso. Dijo que lo bueno del estilo Hengen Muso
era que se podía aplicar a cualquier escuela o estilo de lucha.
“Umm,
¿así? Y luego…” ‒ Raphtalia murmuró para sí misma.
Intentaba
imitar los movimientos de Raluva. Él se volvió y se inclinó ante ella.
“Si
lo desea, con gusto le enseñaré el estilo, Srta. Raphtalia” ‒ dijo.
“Oh,
umm… Por favor, hazlo. Estoy segura de que ayudaría en futuras batallas” ‒
contestó.
Justo
entonces, un oso teriántropo que parecía ser el jefe del sapo salió de algún
lugar más lejano dentro del faro.
“¡¿Cuánto
tiempo van a estar comportándose como tontos?! ¡Todavía no han eliminado a la
falsa emperatriz! ¡¿Y ustedes se llaman a sí mismos guerreros de Q'ten Lo?!” ‒
rugió.
Blandió
hacia nosotros una lanza alada que sostenía en la mano. Era rápido. Como
mínimo, se movía mejor que cualquiera de los otros enemigos de la sala.
“¡Gah!”
Estocó
con su lanza contra uno de nuestros hombres cercanos y lo envió volando antes
de que yo pudiera siquiera reaccionar. Sin embargo, la lesión no pareció ser
fatal. Atrapé al hombre y luego levanté mi escudo mientras le echaba magia sanadora.
“¡Patético
Dios de Siltvelt con tu instrumento espiritual! ¡Tienes mucho valor para traer
a la falsa emperatriz aquí! Es hora de que experimentes el poder de la
verdadera bendición del Emperador Celestial” ‒ rugió el oso.
Empujó
la lanza alada al suelo y empezó a recitar algún tipo de conjuro. Se formó algo
así como una gran jaula que encerraba el faro y la zona circundante. Era del
mismo tono de rosa que las flores de cerezo. Cubría un área bastante grande,
tal vez de 100 metros de ancho.
“Esta
barrera… ¡Esa es una barrera de la piedra sakura del destino! ¡¿Realmente van a
usar eso aquí?!” ‒ exclamó Raluva con una expresión de horror en su cara.
“¿Qué
es eso?” ‒ Le pregunté.
Ahora
que lo pensaba, los asesinos las habían mencionado antes cuando atacaron la
aldea. Algo sobre que no traían ninguna con ellos. Aparentemente, Sadina
tampoco sabía lo que eran.
“Las
piedras sakura del destino son objetos especiales que debilitan los instrumentos
espirituales al mismo tiempo que elevan al máximo las habilidades de cualquiera
que haya recibido la bendición del Emperador Celestial. ¡Por favor, ten
cuidado!” ‒ Contestó Raluva.
Antes
de que terminara de hablar, algo así como un campo de fuerza rosa pasando a
toda velocidad, peinó toda el área.
“¿Q-qué
fue eso?” ‒ Dije.
Oh,
maldición. Mi escudo chispeó. Sentí una sensación como un choque eléctrico
desde mi escudo hacia mi cuerpo e irradiar hacia afuera de la cabeza a los
pies. Mi cuerpo de repente se sintió pesado.
“Esto
es…” ‒ La voz de Raphtalia cayó en silencio.
Ella
debía de sentir algo parecido, porque el peso de su katana parecía estar
tirando ligeramente de ella hacia un lado.
“Aww…
Parece que los aumentos que nos diste han dejado de funcionar, pequeño Naofumi”
‒ dijo Sadina.
“¡¿Qué?!”
Revisé
las estadísticas de Sadina. Eran un poco más bajas de lo que recordaba. Eso
realmente complicó las cosas.
“¡Ahora,
hagámoslo!” ‒ Rugió el oso.
Hábilmente
lanzó la lanza alada por encima de nosotros y nos atacó a una velocidad
increíble. ¡Mierda! Iba a bloquear el ataque con mi escudo, pero mi reacción
instintiva fue saltar a un lado y esquivar. Instantáneamente, me di cuenta de
que ese había sido el movimiento correcto. En primer lugar, el teriántropo oso
se movía tres veces más rápido que antes. Segundo, su poder de ataque debe
haber aumentado también, porque su lanza abrió el suelo y causó una pequeña
explosión. ¡¿Cuánto había subido sus estadísticas?!
“¡Zweite
Aura!”
Intenté
lanzarme buffs a mí mismo para ayudar a compensar mis estadísticas reducidas,
pero el hechizo no se activó. ¿Significa eso que esas piedras incluso impedían
que los héroes usaran magia? Sólo para estar seguro, intenté lanzar Guardia.
“¡Zweite
Guardia!”
Ese
funcionó sin problemas. ¡De ninguna manera! Supongo que la barrera impedía el
uso de cualquier tipo de magia que sólo los héroes podían usar. ¡Si ese era el
caso, sería dudoso que yo pudiera usar magia cooperativa! No es que en realidad
tuviera la libertad de intentar hacer un casteo en este momento.
“¡Date
prisa y acaben con estos traidores!” ‒ gritó el oso.
Su
objetivo era matar a Raphtalia. Levanté mi escudo para protegerla. Los enemigos
desataron un coro de gritos de guerra. ¡Maldita sea! ¿Qué se suponía que debía
hacer en una situación como ésta?
“¡Pequeño
Naofumi!” ‒ Gritó Sadina.
El
oso teriántropo y sus hombres corrieron hacia mí, blandiendo sus armas
antihéroes. Y entonces Sadina terminó de recitar su encantamiento.
“¡Como fuente de tu poder, te lo ordeno! ¡Que
el verdadero camino se revele una vez más! ¡Rayos! ¡Derriben y penetren a los
que están delante de mí! ¡Drifa Cadena de Rayos a Todos!"
Un
rayo de alto voltaje atravesó a todos los enemigos frente a mí.
“¡Gaaaahh!”
“¿Qué?”
‒ gruñó el oso.
Desvió
el rayo con su lanza y saltó sobre Sadina.
“¡No
me importa quién seas! Protegeré a la pequeña Raphtalia y al pequeño Naofumi
pase lo que pase” ‒ exclamó.
“No
puedo permitir que todos se olviden de mí” ‒ dijo Gaelion.
Mientras
se aferraba a Sadina por detrás, desencadenó un ataque de aliento que parecía
un rayo de calor altamente condensado. El ataque cogió al oso desprevenido y lo
golpeó directamente en la cara.
“¡Gah!
¡Eso fue sucio!” ‒ gruñó el oso.
“Ser
sucio es mi especialidad. Normalmente sólo hablo sucio, pero también puedo
jugar sucio” ‒ respondió Sadina con un guiño.
Comenzó
a transformarse en su forma teriántropa. El oso observó, sin palabras, mientras
su cuerpo se hinchaba.
“Ahora
bien, ¿qué tal si tú y yo tenemos un pequeño enfrentamiento? Han pasado más de
diez años desde que dejé este país. Estoy deseando ver lo que sus mejores
guerreros tienen que ofrecer en estos días” ‒ exclamó.
“¡Eres
la sacerdotisa de la carnicería! ¿Te atreves a oponerte a nosotros con esas
manos sucias tuyas?” ‒ gruñó el oso.
“Oh,
pero sí me atrevo. Y creo que empezaré por darte una muestra de esa carnicería”
‒ respondió Sadina.
Ella
nos miró a mí y a Raphtalia. Intentaba decirnos que esta era nuestra
oportunidad de encontrar una solución. Fue un poco deprimente pensar que ahora
podía decir lo que Sadina quería decir de un solo vistazo.
Intenté
pensar cuál sería nuestro ataque más efectivo en una situación como ésta. Nos
pusieron una especie de barrera, nuestras armas no funcionaban y no podíamos
usar nuestras habilidades. En ese caso, tendríamos que confiar en técnicas y
estrategias normales.
“¿Puedes
seguir, Raphtalia?” ‒ Le pregunté.
“Pelear
no es un problema” ‒ respondió ella.
Raluva
y sus hombres, junto con Sadina y Gaelion, lograban detener al enemigo, pero
eso no cambiaba el hecho de que estábamos en desventaja. Estaban detrás de la
vida de Raphtalia y mi escudo había dejado de funcionar completamente. No era
que no pudiera luchar, pero todo lo que podía hacer era defenderme y ahora ni
siquiera podía usar mis habilidades. Y tampoco podía usar una buena parte de mi
magia. No había mucho que pudiera hacer en una situación como ésta.
“¡Muere,
falsa emperatriz!” ‒ gritó uno de los enemigos.
“¡No
en mi guardia!” ‒ Grité.
El
enemigo blandió su katana y yo la detuve con mi escudo. Lo agarré por el cuello
y Raphtalia le cortó al instante, como por reflejo.
Mi
Escudo del Dragón Demonio tenía un efecto de contraataque llamado ‘Bala del Demonio
C’ y parecía estar activándose, pero el efecto era insignificante ahora.
Contrarrestar sería difícil, supongo. Y confiar en el Escudo de la Ira era
demasiado peligroso. Al final, mi estilo de lucha dependía casi por completo de
mis escudos.
¿No
había nada más que pudiera hacer? El no ser capaz de usar mis habilidades de
repente había expuesto mis propios defectos. Esta era una cuestión que tendría
que abordar.
“¡Toma
esto, falsa emperatriz y poseedor del instrumento del espíritu maligno!” ‒
gritó el sapo.
Él
y uno de sus hombres dispararon su magia hacia mí y hacia Raphtalia.
“¡Drifa
Corte de Agua!”
“¡Drifa
Ráfaga de Rocas!”
Una
corriente de agua altamente condensada y una masa de piedras vinieron volando
hacia nosotros simultáneamente. De repente recordé la vez que Melty me
sorprendió con un inesperado ataque mágico. Estaba seguro de que mi escudo no
se iba a romper, incluso si un ataque era tan poderoso como para perforar el
escudo y lograr herirme. Intenté recordar exactamente cómo había evitado la
magia de Melty.
“¡Ni
en tus sueños!” ‒ Grité.
Levanté
mi escudo. Entonces concentré mi atención y… todavía no entendía completamente
la fuerza vital, pero hice lo mejor que pude para canalizarla hacia el escudo.
Y luego blandí el escudo tan fuerte como pude. La magia golpeó mi escudo y se
fue volando en una dirección diferente. ¡Necesitaba ajustar el ángulo!
Intensifiqué mi concentración y logré enviar los ataques volando hacia el
teriántropo oso, que estaba en combate mortal con Sadina.
“¡Demonios,
sí!” ‒ Grité.
“¡¿Qué?!
¡Maldito seas!” ‒ gruñó el oso.
“¡Oh,
no, no lo harás!” ‒ exclamó Sadina.
El
oso intentó esquivarlo, pero Sadina lo mantuvo en su sitio y lo usó como escudo
contra la magia.
“¡Gaaaah!”
Eso
probablemente dolió al menos un poco.
“¡Ja!
Se te ocurren las ideas más extrañas, pequeño Naofumi” ‒ dijo Sadina.
“Pensé
que podría lograrlo, y supongo que lo hice” ‒ respondí.
“¿Paraste
su magia y la usaste contra mí?” ‒ gruñó el oso.
Pero
él no estaba listo para rendirse. Empujó a Sadina.
“¡Hmph!
Estoy impresionado de que se las arreglaran para oponer resistencia. Eso fue
inesperado” ‒ dijo.
Estaba
sonriendo, pero me di cuenta de que estaba molesto. Debe estar tramando algo.
“Me
pregunto si ustedes, los de afuera, están familiarizados con esta técnica. Es
una técnica secreta cuyo uso está permitido sólo para aquellos que pueden
obtener poder de las piedras sakura del destino” ‒ continuó.
Raluva
miró al teriántropo oso y se volvió blanco como una sábana.
“¡Imposible!
¡¿Realmente se te ha permitido llegar tan lejos?! ¡Srta. Raphtalia! ¡Héroe del
Escudo! Deben huir de inmediato” ‒ exclamó.
“¡Es
demasiado tarde!” ‒ Rugió el oso.
Varios
de sus hombres habían estado recitando conjuros y tan pronto como terminó de
hablar pusieron sus palmas juntas, como si estuvieran orando.
“¡Emperador Celestial, actuamos en tu nombre
como pacificadores! ¡Que todo nuestro ser se convierta en nuestra espada! ¡Combinamos
nuestro poder con el suyo para otorgar a los tontos un destino de destrucción!
¡Encantamiento Astral!"
Podía
ver algo fluyendo de sus cuerpos hacia la lanza alada del oso. A cambio,
comenzaron a caer inertes, uno tras otro.
“Qué
dem…” ‒ murmuré.
“¡Hmph!
¡Esta batalla ha terminado! ¡Tomen esto!” ‒ gritó el oso.
Tan
pronto como terminó de hablar, pareció desdibujarse mientras se acercaba a toda
velocidad hacia nosotros. Mi escudo puede no funcionar como de costumbre, ¡pero
él no se movía tan rápido como para no poder reaccionar! Leí sus movimientos y
me preparé para bloquear el ataque. Afortunadamente, mi escudo pudo bloquear su
lanza alada con éxito. Agarré el asta de su lanza y la sostuve tan fuerte como
pude, decidido a mantenerme aferrado a ella pase lo que pase.
“¿Es
todo lo que tienes?” ‒ tronó el oso.
Su
fuerza debe haber aumentado exponencialmente, porque alzó la lanza al aire con
facilidad. Fui levantado del suelo y estrellado contra la pared, pero no iba a
soltarme. ¡¿Qué tan poderoso se había vuelto este bastardo?! ¡Probablemente
podría haber derrotado a la Tortuga Espiritual por su cuenta ahora!
“¡Sr.
Naofumi!” ‒ Gritó Raphtalia.
“¡No
te preocupes por mí! ¡Prepárate para atacar!” ‒ Grité.
“¡E-entendido!”
Raphtalia
agarró su katana y se preparó para atacar. Me alegraba que siempre respondiera
tan rápido.
“¡No
me gusta que me ignoren!” ‒ dijo Sadina.
“¡No
puedo dejar que te olvides de mí tampoco!” ‒ Gaelion añadió.
Todo
nuestro grupo estaba haciendo todo lo posible para detener al oso, pero no podían
detenerlo. Hasta ahora yo había evitado cualquier lesión grave, gracias a mi
escudo, pero no tenía ni idea de cuánto tiempo podría durar así.
“¡¿Qué
demonios le pasa a este tipo?! ¿Es por la magia que lanzaron?” ‒ pregunté.
“Sí.
Era el Encantamiento Astral. Es magia de combate de protección especializada
que permite que uno o más lanzadores que han sido bendecidos imbuyan todas sus
estadísticas en alguien que ha recibido una bendición de alto nivel del
Emperador Celestial” ‒ explicó Raluva.
Eso
no era lo que quería oír.
“Nunca
me hubiera imaginado que él hubiera recibido una bendición de tan alto nivel” ‒
continuó Raluva.
Pero
lo que dijo me recordó algo. Se parecía mucho al buff que yo le había dado a
Fohl recientemente.
“¡Aquí
voy! ¡Sujétalo por mí, pequeño Naofumi!” ‒ dijo Sadina.
“¡Lo
tengo!”
Planté
los pies en el suelo y me agaché, sosteniendo al oso en su sitio. Pero veinte o
treinta segundos era probablemente mi límite. Después de eso, él empezaría a
moverme como un muñeco de trapo.
“¡No
sabes cuándo rendirte!” ‒ Rugió.
Sadina
cargó su arpón con electricidad y se lanzó poderosamente hacia delante, estocando
con el arpón contra el oso. Hubo un fuerte ruido sordo cuando se estrelló
directamente contra él, o eso creí, pero se había estrellado contra una delgada
barrera protectora similar a la de mi habilidad con el Escudo Estrella Fugaz.
“Ugh…
Esa cosa sí que es dura” ‒ dijo Sadina.
Justo
cuando su ataque aterrizó, la sangre empezó a salir de las bocas de los
soldados enemigos que yacían caídos en el suelo a nuestro alrededor.
“¡Cómo
te atreves a herir a mis hombres!” ‒ gruñó el oso.
Supongo
que eso significaba que estaban compartiendo su propia fuerza vital con él.
Combinar todas las habilidades de varios hombres haría un soldado impresionante.
Y
entonces Raphtalia terminó de canalizar el poder mágico en su katana.
“Ocho
Trigramas…”
¿Eh?
Un círculo mágico se formó a su alrededor y empezó a chispear, como si
intentase obstruir la habilidad.
“¿Todo
bien?” ‒ Le pregunté.
“Sí.
Algo está intentando interferir, probablemente el poder de la piedra sakura del
destino” ‒ contestó ella.
“¿Vas
a estar bien? No te exijas demasiado” ‒ le dije.
“No
es un problema. ¡Eso no me detendrá! ¡Vigila a todos! ¡Espada del Destino!”
Ella
desenvainó su katana de forma rápida y un ondulante rayo de luz salió de la
espada, cortando a través de todos los enemigos de la zona.
“¡Como
si fue a dejar que eso me golpeara! ¡Recíbelo tú, portador de instrumentos!” ‒
tronó el oso.
Alzó
su lanza en un intento de usarme como escudo contra el ataque de Raphtalia.
“No,
gracias” ‒ dije.
Solté
la lanza y salté detrás del estúpido oso. Lo sostuve con una llave Nelson y lo
obligué a soportar todo el peso del ataque.
“Ugh…”
Aparte
de mí, todos los demás en nuestro grupo se agacharon y evitaron el ataque.
“¡Pequeño
bastardo escurridizo!” ‒ gruñó el oso.
Me
las había arreglado para resistir el ataque ya que estaba detrás del oso, pero
definitivamente me dolió. Recibirlo de frente me habría matado.
Estaba
poniendo toda mi experiencia pasada -y mi entrenamiento con Atlas, en
particular- en juego ahora. Podía esquivar si el oso intentaba atacarme, y
podía arrastrarlo hacia abajo para interferir si intentaba atacar a Raphtalia.
¿Pero cómo demonios se supone que iba a detener a este monstruo? La idea de que
vendrían enemigos aún más poderosos me hizo doler la cabeza.
Y
entonces, de repente, el mismo patrón producido por el ataque de la Espada del
Destino de los Ocho Trigramas de Raphtalia apareció en el tronco de la sakura luminaria.
“¡¿Podría
ser?! ¡Pequeño Gaelion! ¡Toca la sakura luminaria!” ‒ Gritó Sadina.
Ella
agarró a Gaelion, que había estado posado sobre su espalda para apoyarla en el
combate, y lo arrojó al árbol.
“¡Mira
cómo me tratas!” ‒ refunfuñó.
Gaelion
voló directo al patrón de la sakura luminaria.
“Ah,
ahora lo veo. Así” ‒ dijo.
La
cuerda de paja alrededor de su cuello empezó a brillar, y el poder que había
envuelto al teriántropo oso parecía debilitarse.
“¡¿Qué?!
El poder de la piedra sakura del destino se está disipando…” ‒ dijo.
Supongo
que eso era algo más que la sakura luminaria podía hacer. Al tomar el control
del árbol, habíamos logrado debilitar al oponente.
“Parece
que me las arreglé para debilitar ese ingenioso poder de ellos” ‒ dijo Gaelion.
Él
continuó accediendo a la sakura luminaria.
“Acabo
de deshabilitar la barrera al mundo exterior. También he hecho que no se pueda
acceder al árbol durante un corto período de tiempo. Todo lo que queda es
acabar con el enemigo” ‒ continuó.
¿Se
suponía que eran buenas noticias? Habíamos completado nuestro objetivo
original, pero aún no habíamos derrotado a este monstruo. Y entonces…
“¡Usen
esto!”
Varios
objetos vinieron volando hacia nosotros por detrás. Sin dudarlo, atrapé el que
venía hacia mí. Y cuando lo hice, mi escudo chispeó de nuevo.
Delirios de Lord:
Uuff, lo pusieron contra la pared con esa barrera.
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