Páginas

15 mar 2019

Tate No Yuusha Vol 13 Cap 14

Autor: Aneko Yusagi

Traductor: Lord

Editor: Lord



14 Piedra Sakura del Destino

Dejamos la residencia de los samuráis y nos dirigimos hacia el faro como un gran grupo, cargando por la entrada cuando llegamos.

“¡¿Quién va allí?! Este es un lugar sagrado bajo control gubernamental por la autoridad del Emperador Celestial” ‒ anunció un guardia.

Tan pronto como entramos, un grupo de soldados enemigos corrió hacia nosotros con las armas en mano. ¿Realmente pensaban que decirle algo así a un grupo de insurgentes haría alguna diferencia?

“Emperador Celestial, ¿dices? ¡Tonterías! ¡Esta es la verdadera Emperatriz Celestial! ¡Su emperador no es más que un fraude de la segunda rama de la familia! ¡¿No entienden la diferencia?!” ‒ Gritó Raluva.

Señaló a Raphtalia mientras hablaba. El aura de poder que rodeaba a Raphtalia en su traje de miko -y su atractivo- debió tener un efecto poderoso, porque los semi-humanos y teriántropos enemigos empezaron a susurrar entre ellos.


“¡No vacilen! ¡Den por seguro que la hija de un falso emperador, que abandonó nuestro país, no puede ser llamada el verdadero Emperador Celestial! ¡Mátenlos de una vez!” ‒ gritó un poderoso teriántropo sapo.

En nuestro camino al faro, había visto varios de tipo conejo y una gran variedad de razas diferentes de semi-humanos y teriántropos. Y se me ocurrió que este lugar era como una escena sacada directamente del Pergamino de los Animales Retozando del Templo Kozan-ji en Kyoto.

“¡Sr. Naofumi, por favor, concéntrese en la batalla!” ‒ Soltó Raphtalia.

Me regañó justo cuando las cosas estaban a punto de estallar.

“¡Ataquen! ¡Quítenles la cabeza a los rebeldes! ¡Y no olviden que tenemos un portador de un instrumento espiritual aquí! ¡Usen las armas adecuadas!”

¡Ahí estaba esa frase otra vez! ¡La gente que se opone a nosotros en este país definitivamente tenía armas anti-héroes!

“¡Permiso concedido para atacar a todos los hostiles! ¡Eso incluye al falso Dios de una tierra extranjera!”

“Escudo Estrella Fugaz” ‒ Grité.

Uno de los enemigos corrió hacia delante y nos lanzó su lanza. Mi barrera del Escudo Estrella Fugaz se activó y bloqueó el ataque, pero justo como sospechaba, la efectividad de mis habilidades se veía reducida contra estos enemigos: la barrera se rompió instantáneamente.

Espero que no esperaran que me conformara con que mi barrera se rompiera todo el tiempo. Pensé que esto podría pasar, así que pasé algún tiempo haciendo algunos accesorios nuevos mientras estaba en Siltvelt. Afortunadamente, Rat tenía una buena idea de cómo alterar sus efectos, ya que ella era alquimista.

Tan pronto como el Escudo Estrellas Fugaz se hizo añicos, empezaron a salir destellos de luz de los fragmentos.

“¡Gah!”

“¡¿Q-qué es eso?!”

“¡Ahora!” ‒ Grité.

Me concentré y lancé Zweite Aura en Raphtalia.

“¡Puedes con esto, pequeña Raphtalia! ¡Recuerda lo que hicimos en el entrenamiento!” ‒ exclamó Sadina.

“¡Lo haré!”

Raphtalia se agachó y se preparó para lanzar un ataque de desenvaine rápido. En un instante, ella cortó al enemigo que estaba delante de mí y luego corrió hacia los otros soldados sin siquiera una pausa.

“¡Todos escuchen! ¡No vacilen! ¡No importa cuántos enemigos haya! Sólo uno de ellos es nuestro verdadero objetivo” ‒ gritó el sapo.

“Vamos, ¿de verdad crees que dejaré que me ignoren?” ‒ Me burlé.

“¡No puedo dejar que se olviden de mí tampoco!” ‒ exclamó Sadina.

Ella empezó a lanzar un hechizo mientras ayudaba a proteger a Raphtalia.

Sabía que una de las primeras cosas que hicieron cuando atacaron la aldea fue tratar de evaluarnos a mí y a Sadina. Seguramente no pensaron que no lo tomaría en consideración. Puede que tuvieran maneras de lidiar con los héroes, pero Sadina era simplemente fuerte. Se verían obligados a luchar contra ella como un enemigo normal. A juzgar por los asesinos a los que nos hemos enfrentado hasta ahora, en el mejor de los casos, sólo tenían un puñado de luchadores comparables. Y me di cuenta de inmediato que ninguno de ellos estaba aquí.

“¡Hyaaaaaa!”

El hijo de Raluva desenvainó su katana y cortó a un enemigo que se acercaba, decidido a no quedarse atrás. Se desempeñaba mejor de lo que esperaba. Quizás los semi-humanos y teriántropos nacidos en Q'ten Lo eran naturalmente fuertes luchadores.

“No sabía que se podía hacer eso” ‒ susurró Raphtalia.

Estaba observando y analizando la técnica de katana de Raluva. Su postura era ligeramente diferente a la que Sadina le había enseñado. Probablemente era un estilo diferente.

“El estilo que te enseñé es de donde crecí. Se llama Forma del Dios del Mar” ‒ dijo Sadina.

Ella miró cuidadosamente a Raluva durante un momento mientras él movía su katana.

“Ese estilo se llama el Florecimiento de Q'ten. Vale la pena prestarle atención” ‒ continuó.

Raluva canalizó poder mágico en su espada y se acercó rápidamente a su oponente. Rápidamente pasó por debajo del brazo del oponente mientras lanzaba su ataque, terminando detrás de él.

“Gah…”

Raluva sacudió la sangre de su espada, y las gotitas se transformaron en pétalos de flores de cerezo y flotaron en el viento. Eso fue impresionante. Pero me pareció recordar que Raphtalia tenía una habilidad similar.

“Eso me recuerda tu habilidad Polvo de Nieve, Raphtalia” ‒ dije.

“Se ve similar. Serás bastante formidable si aprendes ese estilo junto con el que te enseñé, pequeña Raphtalia” ‒ contestó Sadina.

Supongo que ella también había visto la habilidad Polvo de Nieve de Raphtalia. Ahora que lo pienso, me parece recordar que durante su entrenamiento usaban habilidades.

“Añade el estilo Hengen Muso a eso y serás imbatible” ‒ dije.

“Según Eclair y la maestra, las técnicas de Hengen Muso están pensadas para ser aplicadas a otros ataques, así que es mejor aprender otro estilo” ‒ respondió Raphtalia.

Sí, recordaba que la vieja mencionó eso. Dijo que lo bueno del estilo Hengen Muso era que se podía aplicar a cualquier escuela o estilo de lucha.

“Umm, ¿así? Y luego…” ‒ Raphtalia murmuró para sí misma.

Intentaba imitar los movimientos de Raluva. Él se volvió y se inclinó ante ella.

“Si lo desea, con gusto le enseñaré el estilo, Srta. Raphtalia” ‒ dijo.

“Oh, umm… Por favor, hazlo. Estoy segura de que ayudaría en futuras batallas” ‒ contestó.

Justo entonces, un oso teriántropo que parecía ser el jefe del sapo salió de algún lugar más lejano dentro del faro.

“¡¿Cuánto tiempo van a estar comportándose como tontos?! ¡Todavía no han eliminado a la falsa emperatriz! ¡¿Y ustedes se llaman a sí mismos guerreros de Q'ten Lo?!” ‒ rugió.

Blandió hacia nosotros una lanza alada que sostenía en la mano. Era rápido. Como mínimo, se movía mejor que cualquiera de los otros enemigos de la sala.

“¡Gah!”

Estocó con su lanza contra uno de nuestros hombres cercanos y lo envió volando antes de que yo pudiera siquiera reaccionar. Sin embargo, la lesión no pareció ser fatal. Atrapé al hombre y luego levanté mi escudo mientras le echaba magia sanadora.

“¡Patético Dios de Siltvelt con tu instrumento espiritual! ¡Tienes mucho valor para traer a la falsa emperatriz aquí! Es hora de que experimentes el poder de la verdadera bendición del Emperador Celestial” ‒ rugió el oso.

Empujó la lanza alada al suelo y empezó a recitar algún tipo de conjuro. Se formó algo así como una gran jaula que encerraba el faro y la zona circundante. Era del mismo tono de rosa que las flores de cerezo. Cubría un área bastante grande, tal vez de 100 metros de ancho.

“Esta barrera… ¡Esa es una barrera de la piedra sakura del destino! ¡¿Realmente van a usar eso aquí?!” ‒ exclamó Raluva con una expresión de horror en su cara.

“¿Qué es eso?” ‒ Le pregunté.

Ahora que lo pensaba, los asesinos las habían mencionado antes cuando atacaron la aldea. Algo sobre que no traían ninguna con ellos. Aparentemente, Sadina tampoco sabía lo que eran.

“Las piedras sakura del destino son objetos especiales que debilitan los instrumentos espirituales al mismo tiempo que elevan al máximo las habilidades de cualquiera que haya recibido la bendición del Emperador Celestial. ¡Por favor, ten cuidado!” ‒ Contestó Raluva.

Antes de que terminara de hablar, algo así como un campo de fuerza rosa pasando a toda velocidad, peinó toda el área.

“¿Q-qué fue eso?” ‒ Dije.

Oh, maldición. Mi escudo chispeó. Sentí una sensación como un choque eléctrico desde mi escudo hacia mi cuerpo e irradiar hacia afuera de la cabeza a los pies. Mi cuerpo de repente se sintió pesado.

“Esto es…” ‒ La voz de Raphtalia cayó en silencio.

Ella debía de sentir algo parecido, porque el peso de su katana parecía estar tirando ligeramente de ella hacia un lado.

“Aww… Parece que los aumentos que nos diste han dejado de funcionar, pequeño Naofumi” ‒ dijo Sadina.

“¡¿Qué?!”

Revisé las estadísticas de Sadina. Eran un poco más bajas de lo que recordaba. Eso realmente complicó las cosas.

“¡Ahora, hagámoslo!” ‒ Rugió el oso.

Hábilmente lanzó la lanza alada por encima de nosotros y nos atacó a una velocidad increíble. ¡Mierda! Iba a bloquear el ataque con mi escudo, pero mi reacción instintiva fue saltar a un lado y esquivar. Instantáneamente, me di cuenta de que ese había sido el movimiento correcto. En primer lugar, el teriántropo oso se movía tres veces más rápido que antes. Segundo, su poder de ataque debe haber aumentado también, porque su lanza abrió el suelo y causó una pequeña explosión. ¡¿Cuánto había subido sus estadísticas?!

“¡Zweite Aura!”

Intenté lanzarme buffs a mí mismo para ayudar a compensar mis estadísticas reducidas, pero el hechizo no se activó. ¿Significa eso que esas piedras incluso impedían que los héroes usaran magia? Sólo para estar seguro, intenté lanzar Guardia.

“¡Zweite Guardia!”

Ese funcionó sin problemas. ¡De ninguna manera! Supongo que la barrera impedía el uso de cualquier tipo de magia que sólo los héroes podían usar. ¡Si ese era el caso, sería dudoso que yo pudiera usar magia cooperativa! No es que en realidad tuviera la libertad de intentar hacer un casteo en este momento.

“¡Date prisa y acaben con estos traidores!” ‒ gritó el oso.

Su objetivo era matar a Raphtalia. Levanté mi escudo para protegerla. Los enemigos desataron un coro de gritos de guerra. ¡Maldita sea! ¿Qué se suponía que debía hacer en una situación como ésta?

“¡Pequeño Naofumi!” ‒ Gritó Sadina.

El oso teriántropo y sus hombres corrieron hacia mí, blandiendo sus armas antihéroes. Y entonces Sadina terminó de recitar su encantamiento.

¡Como fuente de tu poder, te lo ordeno! ¡Que el verdadero camino se revele una vez más! ¡Rayos! ¡Derriben y penetren a los que están delante de mí! ¡Drifa Cadena de Rayos a Todos!"

Un rayo de alto voltaje atravesó a todos los enemigos frente a mí.

“¡Gaaaahh!”

“¿Qué?” ‒ gruñó el oso.

Desvió el rayo con su lanza y saltó sobre Sadina.

“¡No me importa quién seas! Protegeré a la pequeña Raphtalia y al pequeño Naofumi pase lo que pase” ‒ exclamó.

“No puedo permitir que todos se olviden de mí” ‒ dijo Gaelion.

Mientras se aferraba a Sadina por detrás, desencadenó un ataque de aliento que parecía un rayo de calor altamente condensado. El ataque cogió al oso desprevenido y lo golpeó directamente en la cara.

“¡Gah! ¡Eso fue sucio!” ‒ gruñó el oso.

“Ser sucio es mi especialidad. Normalmente sólo hablo sucio, pero también puedo jugar sucio” ‒ respondió Sadina con un guiño.

Comenzó a transformarse en su forma teriántropa. El oso observó, sin palabras, mientras su cuerpo se hinchaba.

“Ahora bien, ¿qué tal si tú y yo tenemos un pequeño enfrentamiento? Han pasado más de diez años desde que dejé este país. Estoy deseando ver lo que sus mejores guerreros tienen que ofrecer en estos días” ‒ exclamó.

“¡Eres la sacerdotisa de la carnicería! ¿Te atreves a oponerte a nosotros con esas manos sucias tuyas?” ‒ gruñó el oso.

“Oh, pero sí me atrevo. Y creo que empezaré por darte una muestra de esa carnicería” ‒ respondió Sadina.

Ella nos miró a mí y a Raphtalia. Intentaba decirnos que esta era nuestra oportunidad de encontrar una solución. Fue un poco deprimente pensar que ahora podía decir lo que Sadina quería decir de un solo vistazo.

Intenté pensar cuál sería nuestro ataque más efectivo en una situación como ésta. Nos pusieron una especie de barrera, nuestras armas no funcionaban y no podíamos usar nuestras habilidades. En ese caso, tendríamos que confiar en técnicas y estrategias normales.

“¿Puedes seguir, Raphtalia?” ‒ Le pregunté.

“Pelear no es un problema” ‒ respondió ella.

Raluva y sus hombres, junto con Sadina y Gaelion, lograban detener al enemigo, pero eso no cambiaba el hecho de que estábamos en desventaja. Estaban detrás de la vida de Raphtalia y mi escudo había dejado de funcionar completamente. No era que no pudiera luchar, pero todo lo que podía hacer era defenderme y ahora ni siquiera podía usar mis habilidades. Y tampoco podía usar una buena parte de mi magia. No había mucho que pudiera hacer en una situación como ésta.

“¡Muere, falsa emperatriz!” ‒ gritó uno de los enemigos.

“¡No en mi guardia!” ‒ Grité.

El enemigo blandió su katana y yo la detuve con mi escudo. Lo agarré por el cuello y Raphtalia le cortó al instante, como por reflejo.

Mi Escudo del Dragón Demonio tenía un efecto de contraataque llamado ‘Bala del Demonio C’ y parecía estar activándose, pero el efecto era insignificante ahora. Contrarrestar sería difícil, supongo. Y confiar en el Escudo de la Ira era demasiado peligroso. Al final, mi estilo de lucha dependía casi por completo de mis escudos.

¿No había nada más que pudiera hacer? El no ser capaz de usar mis habilidades de repente había expuesto mis propios defectos. Esta era una cuestión que tendría que abordar.

“¡Toma esto, falsa emperatriz y poseedor del instrumento del espíritu maligno!” ‒ gritó el sapo.

Él y uno de sus hombres dispararon su magia hacia mí y hacia Raphtalia.

“¡Drifa Corte de Agua!”

“¡Drifa Ráfaga de Rocas!”

Una corriente de agua altamente condensada y una masa de piedras vinieron volando hacia nosotros simultáneamente. De repente recordé la vez que Melty me sorprendió con un inesperado ataque mágico. Estaba seguro de que mi escudo no se iba a romper, incluso si un ataque era tan poderoso como para perforar el escudo y lograr herirme. Intenté recordar exactamente cómo había evitado la magia de Melty.

“¡Ni en tus sueños!” ‒ Grité.

Levanté mi escudo. Entonces concentré mi atención y… todavía no entendía completamente la fuerza vital, pero hice lo mejor que pude para canalizarla hacia el escudo. Y luego blandí el escudo tan fuerte como pude. La magia golpeó mi escudo y se fue volando en una dirección diferente. ¡Necesitaba ajustar el ángulo! Intensifiqué mi concentración y logré enviar los ataques volando hacia el teriántropo oso, que estaba en combate mortal con Sadina.

“¡Demonios, sí!” ‒ Grité.

“¡¿Qué?! ¡Maldito seas!” ‒ gruñó el oso.

“¡Oh, no, no lo harás!” ‒ exclamó Sadina.

El oso intentó esquivarlo, pero Sadina lo mantuvo en su sitio y lo usó como escudo contra la magia.

“¡Gaaaah!”

Eso probablemente dolió al menos un poco.

“¡Ja! Se te ocurren las ideas más extrañas, pequeño Naofumi” ‒ dijo Sadina.

“Pensé que podría lograrlo, y supongo que lo hice” ‒ respondí.

“¿Paraste su magia y la usaste contra mí?” ‒ gruñó el oso.

Pero él no estaba listo para rendirse. Empujó a Sadina.

“¡Hmph! Estoy impresionado de que se las arreglaran para oponer resistencia. Eso fue inesperado” ‒ dijo.

Estaba sonriendo, pero me di cuenta de que estaba molesto. Debe estar tramando algo.

“Me pregunto si ustedes, los de afuera, están familiarizados con esta técnica. Es una técnica secreta cuyo uso está permitido sólo para aquellos que pueden obtener poder de las piedras sakura del destino” ‒ continuó.

Raluva miró al teriántropo oso y se volvió blanco como una sábana.

“¡Imposible! ¡¿Realmente se te ha permitido llegar tan lejos?! ¡Srta. Raphtalia! ¡Héroe del Escudo! Deben huir de inmediato” ‒ exclamó.

“¡Es demasiado tarde!” ‒ Rugió el oso.

Varios de sus hombres habían estado recitando conjuros y tan pronto como terminó de hablar pusieron sus palmas juntas, como si estuvieran orando.

¡Emperador Celestial, actuamos en tu nombre como pacificadores! ¡Que todo nuestro ser se convierta en nuestra espada! ¡Combinamos nuestro poder con el suyo para otorgar a los tontos un destino de destrucción! ¡Encantamiento Astral!"

Podía ver algo fluyendo de sus cuerpos hacia la lanza alada del oso. A cambio, comenzaron a caer inertes, uno tras otro.

“Qué dem…” ‒ murmuré.

“¡Hmph! ¡Esta batalla ha terminado! ¡Tomen esto!” ‒ gritó el oso.

Tan pronto como terminó de hablar, pareció desdibujarse mientras se acercaba a toda velocidad hacia nosotros. Mi escudo puede no funcionar como de costumbre, ¡pero él no se movía tan rápido como para no poder reaccionar! Leí sus movimientos y me preparé para bloquear el ataque. Afortunadamente, mi escudo pudo bloquear su lanza alada con éxito. Agarré el asta de su lanza y la sostuve tan fuerte como pude, decidido a mantenerme aferrado a ella pase lo que pase.

“¿Es todo lo que tienes?” ‒ tronó el oso.

Su fuerza debe haber aumentado exponencialmente, porque alzó la lanza al aire con facilidad. Fui levantado del suelo y estrellado contra la pared, pero no iba a soltarme. ¡¿Qué tan poderoso se había vuelto este bastardo?! ¡Probablemente podría haber derrotado a la Tortuga Espiritual por su cuenta ahora!

“¡Sr. Naofumi!” ‒ Gritó Raphtalia.

“¡No te preocupes por mí! ¡Prepárate para atacar!” ‒ Grité.

“¡E-entendido!”

Raphtalia agarró su katana y se preparó para atacar. Me alegraba que siempre respondiera tan rápido.

“¡No me gusta que me ignoren!” ‒ dijo Sadina.

“¡No puedo dejar que te olvides de mí tampoco!” ‒ Gaelion añadió.

Todo nuestro grupo estaba haciendo todo lo posible para detener al oso, pero no podían detenerlo. Hasta ahora yo había evitado cualquier lesión grave, gracias a mi escudo, pero no tenía ni idea de cuánto tiempo podría durar así.

“¡¿Qué demonios le pasa a este tipo?! ¿Es por la magia que lanzaron?” ‒ pregunté.

“Sí. Era el Encantamiento Astral. Es magia de combate de protección especializada que permite que uno o más lanzadores que han sido bendecidos imbuyan todas sus estadísticas en alguien que ha recibido una bendición de alto nivel del Emperador Celestial” ‒ explicó Raluva.

Eso no era lo que quería oír.

“Nunca me hubiera imaginado que él hubiera recibido una bendición de tan alto nivel” ‒ continuó Raluva.

Pero lo que dijo me recordó algo. Se parecía mucho al buff que yo le había dado a Fohl recientemente.

“¡Aquí voy! ¡Sujétalo por mí, pequeño Naofumi!” ‒ dijo Sadina.

“¡Lo tengo!”

Planté los pies en el suelo y me agaché, sosteniendo al oso en su sitio. Pero veinte o treinta segundos era probablemente mi límite. Después de eso, él empezaría a moverme como un muñeco de trapo.

“¡No sabes cuándo rendirte!” ‒ Rugió.

Sadina cargó su arpón con electricidad y se lanzó poderosamente hacia delante, estocando con el arpón contra el oso. Hubo un fuerte ruido sordo cuando se estrelló directamente contra él, o eso creí, pero se había estrellado contra una delgada barrera protectora similar a la de mi habilidad con el Escudo Estrella Fugaz.

“Ugh… Esa cosa sí que es dura” ‒ dijo Sadina.

Justo cuando su ataque aterrizó, la sangre empezó a salir de las bocas de los soldados enemigos que yacían caídos en el suelo a nuestro alrededor.

“¡Cómo te atreves a herir a mis hombres!” ‒ gruñó el oso.

Supongo que eso significaba que estaban compartiendo su propia fuerza vital con él. Combinar todas las habilidades de varios hombres haría un soldado impresionante.

Y entonces Raphtalia terminó de canalizar el poder mágico en su katana.

“Ocho Trigramas…”

¿Eh? Un círculo mágico se formó a su alrededor y empezó a chispear, como si intentase obstruir la habilidad.

“¿Todo bien?” ‒ Le pregunté.

“Sí. Algo está intentando interferir, probablemente el poder de la piedra sakura del destino” ‒ contestó ella.

“¿Vas a estar bien? No te exijas demasiado” ‒ le dije.

“No es un problema. ¡Eso no me detendrá! ¡Vigila a todos! ¡Espada del Destino!”

Ella desenvainó su katana de forma rápida y un ondulante rayo de luz salió de la espada, cortando a través de todos los enemigos de la zona.

“¡Como si fue a dejar que eso me golpeara! ¡Recíbelo tú, portador de instrumentos!” ‒ tronó el oso.

Alzó su lanza en un intento de usarme como escudo contra el ataque de Raphtalia.

“No, gracias” ‒ dije.

Solté la lanza y salté detrás del estúpido oso. Lo sostuve con una llave Nelson y lo obligué a soportar todo el peso del ataque.

“Ugh…”

Aparte de mí, todos los demás en nuestro grupo se agacharon y evitaron el ataque.

“¡Pequeño bastardo escurridizo!” ‒ gruñó el oso.

Me las había arreglado para resistir el ataque ya que estaba detrás del oso, pero definitivamente me dolió. Recibirlo de frente me habría matado.

Estaba poniendo toda mi experiencia pasada -y mi entrenamiento con Atlas, en particular- en juego ahora. Podía esquivar si el oso intentaba atacarme, y podía arrastrarlo hacia abajo para interferir si intentaba atacar a Raphtalia. ¿Pero cómo demonios se supone que iba a detener a este monstruo? La idea de que vendrían enemigos aún más poderosos me hizo doler la cabeza.

Y entonces, de repente, el mismo patrón producido por el ataque de la Espada del Destino de los Ocho Trigramas de Raphtalia apareció en el tronco de la sakura luminaria.

“¡¿Podría ser?! ¡Pequeño Gaelion! ¡Toca la sakura luminaria!” ‒ Gritó Sadina.

Ella agarró a Gaelion, que había estado posado sobre su espalda para apoyarla en el combate, y lo arrojó al árbol.

“¡Mira cómo me tratas!” ‒ refunfuñó.

Gaelion voló directo al patrón de la sakura luminaria.

“Ah, ahora lo veo. Así” ‒ dijo.

La cuerda de paja alrededor de su cuello empezó a brillar, y el poder que había envuelto al teriántropo oso parecía debilitarse.

“¡¿Qué?! El poder de la piedra sakura del destino se está disipando…” ‒ dijo.

Supongo que eso era algo más que la sakura luminaria podía hacer. Al tomar el control del árbol, habíamos logrado debilitar al oponente.

“Parece que me las arreglé para debilitar ese ingenioso poder de ellos” ‒ dijo Gaelion.

Él continuó accediendo a la sakura luminaria.

“Acabo de deshabilitar la barrera al mundo exterior. También he hecho que no se pueda acceder al árbol durante un corto período de tiempo. Todo lo que queda es acabar con el enemigo” ‒ continuó.

¿Se suponía que eran buenas noticias? Habíamos completado nuestro objetivo original, pero aún no habíamos derrotado a este monstruo. Y entonces…

“¡Usen esto!”

Varios objetos vinieron volando hacia nosotros por detrás. Sin dudarlo, atrapé el que venía hacia mí. Y cuando lo hice, mi escudo chispeó de nuevo.


<< Anterior - Indice - Siguiente >>

Delirios de Lord:
Uuff, lo pusieron contra la pared con esa barrera.
Recuerden darle 'me gusta' a la pagina de facebook,
así sabrán el momento en que publico cada cosa.