Traductor: Lord
Editor: Lord
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Día 20 del Mes de Platino (Hakkin) – Barrios Bajos de Avalon
Cuando
el joven llegó por primera vez a Avalon, había pensado que la vista de la gente
débil y pobre reunida en los barrios bajos era la misma que la que se vería en
cualquier otra ciudad.
Cuando
llegaron algunos enemigos llamados Cruzados, él había abandonado el Pueblo Kuar
con su familia, y después de eso, sólo les esperaba el infierno.
Su
confiable padre fue aplastado hasta la muerte. Su amable madre quedó hecha
pedazos. Al hermano mayor al que idolatraba le dispararon, y vio a su adorable
hermana menor desaparecer en una llama ferozmente ardiente.
Aun
así, ha experimentado cosas aún más dolorosas, y estas tragedias del pasado
permanecen sólo como recuerdos.
No
tiene nada que pueda llamar un recuerdo de sus padres. En todo caso, el
recuerdo de sus padres es su cuerpo sano, donde la sangre corre por sus venas.
Pero
sin ningún otro pariente, eso por sí solo era insuficiente para que volviera a
vivir una vida feliz.
Al
menos, esa fue la conclusión a la que llegó cuando era niño en Spada, y no fue
necesariamente una conclusión incorrecta.
Los
refugiados supervivientes están ocupados viviendo sus propias vidas, y la
importante noción social de ayuda mutua ha sido olvidada. Nadie había pensado
en ayudar a un niño impotente, no, era financieramente imposible.
El
líder de los refugiados, el jefe del Pueblo Kuar, había desaparecido
repentinamente. Así que era imposible para ellos volver a unirse en un solo
grupo.
Aun
así, el niño había dejado a Spada aferrado a un poco de esperanza, y terminó
vagando por Avalon.
Por
supuesto, incluso aquí, un huérfano no tenía más remedio que ir a los barrios
bajos.
El
niño comprendió que no importaba adónde fuera, estaba atrapado en este
laberinto oscuro, sucio y desmoronante del que nunca se podría liberar.
Spada,
Avalon... Saber los nombres de los países no cambió nada; los barrios bajos eran
los mismos en todas partes. Esto es lo que él pensó primero.
"¿Qué
pasa con esas naranjas?"
El
chico sostiene una canasta llena de naranjas, a la que sólo le falta una, y
otro niño le llama. El otro cumple 15 años el año que viene, y va camino a la
edad adulta.
Tiene
el pelo rubio oscuro y puntiagudo, extrañas clavijas pegadas a su ropa, y una
daga grande y amenazadora en su puño.
Es
la ropa y el arma habitual que uno vería en un matón por aquí.
Detrás
de él hay otros dos niños de edad y apariencia similares, con sonrisas en sus
rostros.
Robar
y extorsionar a los débiles es algo cotidiano en los barrios pobres.
"Se
lo robé a un hereje".
"Esa
es una buena actitud, el Sacerdote-sama también estará feliz. En realidad,
debería venir pronto, síguenos."
"¡¿En
serio?!"
El
muchacho conocía a estos tres jóvenes.
Son
sus amigos que viven en el mismo orfanato, dirigido por la Iglesia de la Luz
Blanca.
El
niño y los tres jóvenes llevan en el cuerpo accesorios en forma de cruz, lo que
demuestra que son compañeros que comparten la misma creencia.
"Hay
preparativos para la ceremonia de mañana, así que no te metas en medio."
"¡Ya
lo sé!"
El
niño responde como un lindo hermanito, y los otros tres se ríen.
El
niño no es tímido con ellos; los idolatra y habla abiertamente con ellos.
"Bueno,
tenemos otras cosas que hacer, así que hasta luego".
"Mmjum."
Mientras
se separan, el chico toma una naranja de la canasta y se la tira.
"Jeje,
gracias."
"¡Sean
agradecidos por las bendiciones de la Santa Madre!"
Con
eso, el chico agarra su canasta que ha perdido otra naranja, y corre hacia el
callejón sucio.
Su
expresión no es la de alguien que está cansado de ver los siempre sin cambio
barrios bajos.
La
escena reflejada en sus ojos no cambia, pero para él, este asqueroso paisaje se
siente brillante, como si estuviera siendo bañado por una luz blanca y pura.
Esto
hace que un rayo de esperanza brille en el corazón del chico.
El
que le dio esta luz de esperanza es...
"¡Sacerdote-sama!"
El
chico llega a su destino.
Este
desgastado apartamento de dos pisos hecho de piedra justo en medio de los
barrios bajos es el orfanato de la Iglesia de la Luz Blanca en el que vive.
En
la entrada hay un par de grandes puertas dobles de madera medio podrida. Había
una pequeña multitud frente a la puerta.
La
gente allí reunida son niños que viven en el orfanato como el chico, pero todos
son niños muy pequeños, más jóvenes que él.
En
medio de los niños hay un joven que brilla con una luz blanca pura, vestido con
una deslumbrante túnica de sacerdote.
"Ah,
bienvenido a casa."
Los
ojos azules del joven sacerdote vuelven su mirada distante hacia él mientras le
da la bienvenida.
Sólo
eso es suficiente para llenar el corazón del chico con una alegría
indescriptible.
El
sacerdote es sólo uno o dos años mayor que él, pero el chico le tiene más
respeto y afecto que a sus propios padres.
El
sacerdote lo salvó y lo guió -sí, lo guió- por el verdadero camino de la
creencia que todos los seres humanos deben caminar. Él es la gran persona que
le mostró la ‘Guía de la Luz Blanca’.
"¡Ah,
eso parece súper delicioso! ¿De dónde los has sacado?"
La
chica pelirroja que siempre está al lado del sacerdote levanta su voz aguda
mientras señala la canasta de naranjas en las manos del chico.
"Ah,
esto..."
Sin
darse cuenta, comienza a tartamudear, no por la ropa reveladora de la chica que
estimularía los deseos sexuales incluso en un niño, sino por la mirada directa
de los ojos del sacerdote.
"Puedo
comer esto, ¿verdad? ¡Bueno, me las comeré!"
"¡Aah!"
Antes
de que se dé cuenta, se ha llevado toda la cesta.
"¡Hey,
es hora de un bocadillo!"
Desaparece
en el orfanato, y la muchedumbre de niños reunida a su alrededor la sigue como
una alegre tormenta.
Es
posible que el niño ni siquiera pruebe las naranjas que ha obtenido. Los niños
del orfanato siempre tienen hambre.
"Haah..."
Emite
un pequeño suspiro con una expresión triste cuando se da cuenta de esto,
pero...
"Hiciste
lo correcto".
Levantando
la cabeza ante la repentina voz, la hermosa y blanca cara del sacerdote está
justo delante de él.
"¡Ah,
s-sí!"
"Las
bendiciones están sobre nosotros, los hijos de Dios, mientras que los Herejes
deben expiar."
El
niño es todavía un niño, ignorante del verdadero significado de esa frase. Ni
siquiera sabe lo que significan algunas de las palabras. Pero sabe lo que debe
decir en respuesta.
"Que
la Luz Blanca guíe su camino."
Mientras
el niño recita la frase, el joven sacerdote desaparece en el orfanato.